LA REPÚBLICA DE COLOMBIA: TRANSCURRIR DE LA REPÚBLICA EN EL SIGLO XIX

Desde la cración de la República, la vida del país en el siglo XIX transcurre en una sucesión de enfrentamientos entre bolivarianos y santanderistas; artesanos y librecambistas; conservadores y liberales; federalistas y centralistas; terratenientes, esclavos y aparceros; clericales y radicales, que dan lugar a un rosario de conflictos civiles. Entre ellos: revolución de Obando y guerra "de los Supremos" (l.839-41); revolución de Melo en el 54; levantamiento de Mosquera en 59-61; guerra contra Ecuador; guerra del 76; guerra del 84.

TRANSCURRIR DE LA REPÚBLICA EN EL SIGLO XIX
Hubo entre un choque y otro varias Constituciones y cambios de nombre y de rumbo de la República, entre los cuales destacan los ensayos federales, cuya expresión máxima se alcanza en la Constitución de Rionegro (Estados Unidos de Colombia, l.863), a partir de la cual nueve Estados Soberanos viven con alto grado de autonomía, unos pocos para su progreso y la mayoría, para perpetuar privilegios de las oligarquías regionales. En l.851 el Congreso decretó la abolición definitiva de la esclavitud.

En l.861, Mosquera, quien fuera tres veces Presidente y quien ordenó también la segunda expulsión de los jesuitas , impone la "desamortización de bienes de manos muertas", mediante la cual pasaron a manos laicas los latifundios propios o administrados por la Iglesia, una tercera parte del suelo útil del país. Otro tanto se venía haciendo con los resguardos y los ejidos, con lo cual se obtuvo una reacción de la economía agraria, a costa de dejar a los indígenas y las formas comunitarias tradicionales de producción, en desventaja.

El desorden institucional, la quiebra de la Hacienda Pública, las rivalidades entre caudillos, encontraron al fin un dique en la Constitución de l.886, que canceló el federalismo definitivamente y fortaleció el poder central. Núñez fue su gestor, al encabezar el movimiento de la "Regeneración". Pero las garantías democráticas quedaron suspendidas y la persecución contra los radicales llevó a una última contienda finisecular denominada de "Guerra de los Mil Días", en mitad de la cual se inicia el siglo XX. Con ésta, la peor de las guerras "declaradas", se consolida el bipartidismo liberal-conservador.

Apenas empezaba la reconstrucción cuando Colombia sufre el más profundo trauma de su historia: la separación de Panamá (l.903), instigada por los intereses de los Estados Unidos en el Canal.

Los siguientes treinta años marcan un lento proceso de integración territorial y de delimitación fronteriza. Al culminar la "hegemonía" conservadora, habrá un incidente de guerra contra el Perú en l.932, donde Colombia recupera la franja amazónica invadida. Se avanza en la construcción de caminos, puertos y ferrocarriles; se fomentan la caficultura, el tabaco, el banano (que dará lugar a un grave choque entre trabajadores de las plantaciones de la United Fruit y el Ejército, en 1.928, con lo cual surge a la historia el movimiento sindical); y la producción minera de oro, plata y petróleo, estas últimas con fuertes inversiones extranjeras. Se exportan banano, cacao, oro, caucho y maderas, café y tabaco. Y surgen las primeras manufacturas.

Los liberales llegan al poder en los treintas, con ánimo de modernizar los criterios de desarrollo e introducen reformas al sistema laboral, al régimen de propiedad de la tierra y a otros aspectos, como la educación, muy descuidada desde las administraciones radicales del siglo anterior. Y renuevan el impulso a la industrialización, impuesta por la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial.

El regreso de los conservadores al poder en l.946, en medio de fuertes tensiones políticas, agudiza viejos enfrentamientos: Jorge Eliécer Gaitán, líder liberal de amplio arraigo popular, es asesinado en l.948, cuando se celebraba en Bogotá la Conferencia Panamericana que dio origen a la O.E.A. Hubo grandes motines urbanos y se desató el período de "la Violencia", un quinquenio de barbarie que asoló campos y ciudades. En algunas zonas se formaron guerrillas para enfrentar a la Policía. Un golpe de estado interrumpió por corto lapso (l.953-58) la larga historia de democracia formal en Colombia.

El Gobierno Militar obtuvo un armisticio parcial en las luchas campesinas, pero las restricciones a la prensa y a la actividad de los partidos llevaron a liberales y conservadores a unirse para derrocarlo. El acuerdo del "Frente Nacional" cobró carácter constitucional de gobiernos compartidos y alternados a partir de l.958, y duró con variaciones más de lo previsto, sin lograr erradicar las guerrillas, que resurgieron con otro carácter (agrarista en unos casos, comunista o castrista en otros, maoísta los de más allá, sin excluir el aparecimiento entre ellas hacia el final, de bandas de delincuentes comunes). Ello se debió en parte a la nula oportunidad que el modelo daba a opciones diferentes a los dos partidos mencionados, y en parte a la tardanza de los gobernantes en atender situaciones de extrema pobreza o marginalidad en amplias zonas de la población.

Dentro de un inocultable progreso material y con una economía más saludable que la de sus vecinos, en los últimos años Colombia se muestra como un país notablemente integrado, diversificado e inteligente en el manejo de sus recursos, con admirable capacidad para lograr sutiles equilibrios en las más difíciles crisis, pero todavía distante de resolverlas. Hoy en día prosiguen enfrentamientos entre militares y guerrillas en ciertas regiones, sin demasiado riesgo a la población civil. También se adelanta una lucha constante contra los productores y exportadores de droga, en la que han muerto centenares de jueces, varios ministros, tres candidatos presidenciales y millares de civiles y policías.

Los últimos gobiernos han reconocido la necesidad de apertura a la participación política de los grupos disidentes, y la han intentado con éxito parcial. La nueva Constitución de l.991, redactada por indígenas, grupos de izquierda, guerrilleros desmovilizados, minorías religiosas y representantes de los poderes tradicionales, es reconocidamente democrática y bien recibida por la opinión pública, y con ella los colombianos creen haber abierto un nuevo ambiente institucional a la reconciliación.

Fuente:
Universidad de los Andes (Colombia)

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