El Regreso de Perón a La Argentina
Perón volvió al país en noviembre de 1972, diecisiete años después de su caída. Llegó en un vuelo especial desde Roma, con Isabel, López Rega y un grupo de políticos, curas, deportistas y gente de la cultura. Aunque no hubo multitudes para recibirlo, debido a las estrictas medidas de seguridad, la alegría de sus partidarios fue inmensa.Alojado en la localidad de Vicente López, se convirtió en el eje de la actividad política y en objeto de una suerte de peregrinaje popular. Tenía 77 años. Con su pelo renegrido y engominado, envejecido, pero tan campechano como antes, saludaba desde el balcón de su residencia.
No dialogó con el gobierno. Prefirió reunirse en la Asamblea de la Unidad Nacional con los representantes de los partidos, de la CGT y de agrupaciones empresarias. Su interlocutor privilegiado era ahora Balbín. Ambos habían entendido la necesidad de deponer los antiguos enconos en aras de la pacificación nacional.
De regreso a España, visitó en Asunción del Paraguay a su amigo de siempre, el dictador Stroessner. Antes de partir, definió la composición del Frejuli (Frente Justicialista de Liberación), integrado por el peronismo, el frondicismo, el conservadurismo popular, los nacionalistas y una fracción socialista; designó a los doctores Cámpora y Lima candidatos a presidente y vise, y aceptó la mayoría de los nombres propuestos por la JP para los gobiernos de provincia. Entre ellos figuraba el riojano Carlos Menem".
Héctor J. Cámpora (1912-1980), el candidato bendecido por el general, era un ejemplo de lealtad. Nieto de genoveses afincados en Mercedes (Buenos Aires) y de profesión dentista, Cámpora fue reclutado por la revolución del 43 y con el apoyo de, Evita llegó a presidir la Cámara de Diputados. Sabía negociar y se honraba diciendo que era "el sirviente" de la Señora. Había estado preso después de 1955.
El viaje de Perón dejó al gobierno militar casi inerme. No se decidía a aplicar el proyecto "pateada de tablero" propuesto por algunos generales, que consistía en suprimir el proceso electoral. Por lo tanto su única esperanza radicaba en la posibilidad de que el Frejuli no ganara en una primera vuelta. En una segunda opción el voto antiperonista podría triunfar. A ese efecto se había introducido una “enmienda parcial” a la Constitución Nacional que incorporaba el sistema de ballottage y la elección directa de presidente, senadores y diputados. Los mandatos se reducían a cuantro años.
La breve y ardorosa campaña del Frejuli en el verano de 1973 fue protagonizada por la Juventud Peronista. Las con signas sangrientas reivindicaban el asesinato de Aramburu: “Ayer fue la Resistencia/ hoy Montoneros y FAR/ Y mañana será el pueblo/ en la lucha popular”.
Hasta el candidato a vicepresidente, Solano Lima, justificaba la guerrilla: “Nadie tiene derecho a decir que son culpables aquellos que con inspiración patriótica van a la guerrilla (...) La violencia está vigente en la Argentina por la fuerza que impone el Estado “ Pese a esas provocaciones, el programa del Frejuli resultaba una propuesta moderada, sin reformas estructurales profundas. Los empresarios le prestaron apoyo.
El 11 de marzo el Frejuli ganó por el 49.56% de los votos. Esa misma noche se informó que la UCR, votaba por el 21.29% del electorado, desistía de la segunda vuelta. El nucleamiento de partidos provinciales que encabezada Francisco Manrique, y la alianza Popular de Alende-Sueldo, en que parte de la izquierda había puesto su expectativa, tenían respectivamente el 14.90% y el 7.43% de los sufragios.
Había triunfado la opción que más se diferenciaba del gobierno militar. Las primeras palabras de Perón fueron un mensaje de paz. Se trataba ahora de restaurar la convivencia social y legitimar el poder. Cuando Galimberti propuso crear milicias populares, Perón lo expulsó del cargo que ocupaba.
Pero lamentablemente muy pocos de los nuevos y de los viejos políticos del 73 creían sinceramente en la democracia. Y los asesinatos políticos continuaban. Por eso cuando el historiador Robert A. Potash dice que “la tragedia de la década del setenta domina la historia”, insiste en poner la fecha inicial no en 1976, cuando comenzó el proceso, sino antes, cuando la violencia empezó a ser utilizada indistintamente por los bandos en pugna.
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