Poesia de Jose Asuncion Silva | Colombia

Poesia de Jose Asuncion Silva | Colombia

Poesia de Jose Asuncion SilvaPoeta y novelista colombiano nacido en Bogotá en 1865. Fue el precursor del modernismo en Colombia y está justamente considerado como el más importante poeta de Colombia y uno de los más importantes poetas de Latinoamérica. Romántico y modernista, autor de la novela «De sobremesa», perdió parte de su obra literaria en un naufragio, un año antes de su trágica muerte. Se quitó la vida en 1896.

NOCTURNO
Oh dulce niña pálida, como un montón de oro
de tu inocencia cándida conservas el tesoro;
a quien los más audaces, en locos devaneos,
jamás se han acercado con carnales deseos;
tú, que adivinar dejas inocencias extrañas
en tus ojos velados por sedosas pestañas,
y en cuyos dulces labios -abiertos sólo al rezo-
jamás se habrá posado ni la sombra de un beso...
Dime quedo, en secreto, al oído, muy paso,
con esa voz que tiene suavidades de raso:
si entrevieras dormida a aquel con quien tú sueñas,
tras las horas de baile rápidas y risueñas,
y sintieras sus labios anidarse en tu boca
y recorrer tu cuerpo, y en tu lascivia loca
besar tus pliegues de tibio aroma llenos
y las rígidas puntas rosadas de tus senos;
si en los locos, ardientes y profundos abrazos
agonizar soñar de placer en sus brazos,
por aquel de quien eres todas las alegrías,
¡Oh dulce niña pálida! ¿te despertarías?.

SUB-UMBRA
Tú no lo sabes...más yo he soñado
entre mis sueños color de armiño,
horas de dicha con tus amores,
besos ardientes, quedos suspiros...
Cuando la tarde tiñe de oro
esos espacios que juntos vimos,
cuando mi alma su vuelo emprende
a las regiones de lo infinito,
aunque me olvides, aunque no me ames,
aunque me odies, sueño contigo!.

LUZ DE LUNA
Ella estaba con él...a su frente
tan bella y tan pálida,
penetrando a través de los vidrios
de la antigua ventana
de la luna distante venían
los rayos de plata.

El estaba a sus pies. De rodillas
mirando las vagas
visiones que cruzan en horas felices
los cielos del alma.
Con las trémulas manos asidas,
con el mudo fervor de quien ama,
palpitando en los labios los besos,
entrambos hablaban
el mudo lenguaje
sin voz ni palabras
en que, en horas de dicha suprema,
tembloroso el espíritu habla.....

El silencio que crece....la brisa
que besa las ramas
dos seres que tiemblan....la luz de la luna
que el paisaje baña.
¡Amor, un momento, detén allá el vuelo,
murmura tus himnos y pliega las alas!

Anoche, una fiesta
con su grato bullicio animaba
de ese amor el tranquilo escenario.
¡Oh burbujas del rubio champaña!
¡Oh perfume de flores abiertas!
¡Oh girar de desnudas espaldas!
¡Oh cadencia del valse que ya mueve
torbellinos de tules y gasas!

Allí estuvo más linda que nunca;
por el baile tal vez agitada;
se apoyó levemente en mi brazo;
dejamos las salas,
y un instante después penetramos
en la misma estancia
que un año antes no más la había visto
temblando callada,
cerca de él...
Amorosos recuerdos,
tristezas lejanas,
cariñosas memorias que vibran
cual sones de arpas,
tristezas profundas
del amor, que en sollozos estallan,
presión de sus manos,
son de sus palabras,
calor de sus besos,
¿por qué no volvisteis a su alma?

A su pecho no vino un suspiro,
a sus ojos no vino una lágrima,
ni una nube nubló aquella frente
pensativa y pálida
y mirando los rayos de luna
que al través de la reja llegaban,
murmuró con su voz donde vibran,
como notas y cantos y músicas
de campanas vibrantes de plata:
¡Qué valses tan lindos!
¡Qué noche tan clara!

MADRIGAL
Tu tez rosada y pura, tu formas gráciles
de estatuas de Tanagra, tu olor de lilas,
el carmín de tu boca, de labios tersos;
las miradas ardientes de tus pupilas,
el ritmo de tu paso, tu voz velada,
tus cabellos que suelen, si los despeina
tu mano blanca y fina toda hoyuelada,
cubrirte como fino manto de reina;
tu voz, tus ademanes, tú...no te asombres;
todo eso está ya a gritos pidiendo un hombre.

MELANCOLIA
De todo lo velado,
tenue, lejana y misteriosa surge
vaga melancolía
que del ideal al cielo nos conduce.

He mirado reflejos de ese cielo
en la brillante lumbre
con que ahuyenta las sombras, la mirada
de sus ojos azules.

Leve cadena de oro
que una alma a otra alma con sus hilos une
oculta simpatía,
que en lo profundo de lo ignoto bulle,

y que en las realidades de la vida
se pierde y se consume
cual se pierde una gota de rocío
sobre las yerbas que el sepulcro cubren.
SUSPIRO
Si en tus recuerdos ves algún día
entre la niebla de lo pasado
surgir la triste memoria mía
medio borrada ya por los años,
piensa que fuiste siempre mi anhelo
y si el recuerdo de amor tan santo
mueve tu pecho, nubla tu cielo,
llena de lágrimas tus ojos garzos;
¡ah, no me busques aquí en la tierra
donde he vivido, donde he luchado,
sino en el reino de los sepulcros
donde se encuentran paz y descanso!

MADRIGAL
En el dulce reposo de la tarde
cuando al ponerse el sol en occidente
su luz dorada, de la vida fuente,
como una hoguera en los espacios arde,
o de la noche en el silencio umbrío
cuando la luna con fulgor de plata
alumbra a trechos el sonante río
y en sus límpidas ondas se retrata,
entre las sombras de la vida hay horas
en que la realidad que nos circuye
a detener el ímpetu no alcanza
de nuestra alma que a lo lejos huye
y a la región de lo ideal se lanza...

Y entonces cuando pienso en tus amores
nuestras dos vidas deslizarse veo
no cual la realidad que aja sus flores
sino cual la ilusión de tu deseo.

No por las conveniencias separados,
soñando tú conmigo, yo en tus sueños,
sino juntos los dos en los collados
de la Arcadia risueños;
asidos por las manos a lo lejos
buscando el fin de la campiña amena
a los pálidos rayos de la luna.

O del ardiente sol a los reflejos,
dejando transcurrir una por una
las no cantadas horas venturosas
que no mancha la sombra de una pena
libando amor... y deshojando rosas...

Del verdor y del musgo en lo sombrío
ocultos en lo ignoto del boscaje
radiante aún de gotas de rocío
de virgen fuerza y de vigor salvaje;
sentados a la orilla del torrente
tú escuchando los ecos del follaje
yo acariciando -trémula la mano-
tus rizos al caer sobre tu frente...

Otras veces trayendo a la memoria
los fantasmas de un tiempo ya pasado
junto con ellos cual sencilla historia
los ideales de tu amor soñado.

Y es entonces un gótico castillo
de altivas torres de musgosas piedras
en cuyo muro gris crecen las hiedras
teatro de nuestro amor santificado.

Y en reducida y perfumada estancia
cuyos tapices abrillanta y dora
el fuego de la antigua chimenea,
juntos los dos oímos a distancia
diciéndonos protestas de ternura
la voz del agua que al perderse llora
y el viento que en los árboles cimbrea
entre el silencio de la noche oscura.

O en frágil barca en plácida mañana
de lago azul flotando en los cristales
con la mirada errantes contemplamos
el cielo, la ribera, los juncales,
y las nieblas que inciertas, vaporosas,
van a perderse en la región lejana
como se pierda la esperanza humana
o el postrimer aroma de las rosas.

Mas cuando el alma en sus ensueños flota,
la realidad asoma de improviso
no más resuena la encantada nota...
Brotan espinas do la rosa brota,
y en crüel se torna el paraíso.

Vuelvo a mirar... y pienso que nacimos
para vivir por siempre separados,
que no es una la senda que seguimos
y que la lumbre que cercana vimos
fue visión de tu amor y tus cuidados.

Y al comparar la realidad penosa
con los paisajes de ideal que miro
en el fondo del alma lastimosa
para tu dulce amor -niña piadosa-
para tu dulce amor surge un suspiro.

AL OÍDO DEL LECTOR
No fue pasión aquello,
fue una ternura vaga
lo que inspiran los niños enfermizos,
los tiempos idos y las noches pálidas.
El espíritu solo
al conmoverse canta:
cuando el amor lo agita poderoso
tiembla, medita, se recoge y calla.
Pasión hubiera sido
en verdad; estas páginas
en otro tiempo más feliz escritas
no tuvieran estrofas sino lágrimas.

JUNTOS LOS DOS
Si en tus recuerdos ves algún día
entre la niebla de lo pasado
surgir la triste memoria mía
medio borrada ya por los años,

piensa que fuiste siempre mi anhelo
y si el recuerdo de amor tan santo
mueve tu pecho, nubla tu cielo,
llena de lágrimas tus ojos garzos;

¡ah, no me busques aquí en la tierra
donde he vivido, donde he luchado,
sino en el reino de los sepulcros
donde se encuentran paz y descanso!

IDILIO
-Ella lo idolatró y Él la adoraba...
-Se casaron al fin?
-No, señor, Ella se casó con otro
-¿Y murió de sufrir?
-No, señor, de un aborto.
-¿Y Él, el pobre, puso a su vida fin?
-No, señor, se casó seis meses antes
del matrimonio de Ella, y es feliz.

EDENIA
Melancólica y dulce cual la huella
que un sol poniente deja en el azul
cuando baña a lo lejos los espacios
con los últimos rayos de su luz
mientras tiende la noche por los cielos
de la penumbra el misterioso tul.

Suave como el canto que el poeta
en un suspiro involuntario da,
pura como las flores entreabiertas
de la selva en la agreste oscuridad
do detenido en las musgosas ramas
no filtra un rayo de la luz solar.

Mujer, toda mujer ardiente, casta
alumbrada con luz de lo ideal...
Radiante de virtud y de belleza
como mi alma la llegó a soñar,
¿en sus sueños de cándida ternura
así la encontrará?

¿RECUERDAS?
¿Recuerdas?.... Tú no recuerdas
aquellas tardes tranquilas
en que en la vereda angosta
que conduce a tu casita
plegaban a tu contacto
sus hojas las sensitivas
como al poder misterioso
del amor tu alma de niña...
En la oscuridad pasaban
las luciérnagas cual chispas
que bajo la yerba espesa
nuestros dedos perseguían
¡Así también en las horas
de mis años de desdicha
cruzaban por entre sombras
mis esperanzas perdidas!...

¿Recuerdas?... Tú no recuerdas
la cruz de mayo que hicimos
con violetas silvestres
y con sonrosados lirios
bajo el frondoso ramaje
de tu árbol favorito.
Como una lluvia de perlas
sobre blanco raso níveo
brillaba por los [...]
en las hojas del rocío!
Y los pájaros cantores
hicieron cerca sus nidos...
Después pasé una mañana
y vi tu ramo marchito
como mi pasión ardiente
por tu infamia y tus desvíos.

¿Recuerdas?... Tú no recuerdas
más de esa noche amorosa,
la lumbre de tus pupilas,
el aliento de tu boca
entreabierta y perfumada
como un botón de magnolia,
los murmullos argentinos
del agua bajo las frondas,
el brillo de las estrellas
y las esencias ignotas
que derramaron los genios
en las brisas cariñosas,
quedaron como una huella
que el tiempo aleve no borra
¡ay! para toda la vida
¡escritas en la memoria!

¿Recuerdas?... Tú no recuerdas
pero yo, cuando levanta
el crepúsculo sombrío
del fondo de las cañadas
y las tristezas inmensas
de lo profundo del alma
al pasado fugitivo
tiendo la vista cansada
y nuestra historia de amores
hacia mí tiende las alas.
¡Cuando en las horas nocturnas
cabe el esposo que te ama
tu agitado pensamiento
tenga segundos de calma
de aquella pasión extinta
¡jamás te acuerdes, ingrata!

¿Recuerdas?... Tú no recuerdas
la tarde aquella en que juntos
bajamos de la colina,
tus grandes ojos oscuros
se anegaban en los rayos
sonrosados del crepúsculo
y tu voz trémula y triste
como un lejano murmullo
me hablaba de los temores
de tu cuerpo moribundo!
Si hubieras entonces muerto
cómo amara tu sepulcro
ahora, cuando te veo
feliz gozar de tus triunfos
tan sólo asoma a mis labios
una sonrisa de orgullo!

ASÓMATE A MI ALMA
Asómate a mi alma
en momentos de calma,
y tu imagen verás, sueño divino,
temblar allí como en el fondo oscuro
de un lago cristalino.

MARIPOSAS
En tu aposento tienes,
en urna frágil,
clavadas mariposas,
que, si brillante
rayo de sol las toca,
parecen nácares
o pedazos de cielo,
cielos de tarde,
o brillos opalinos
de alas suaves;
y allí están las azules
hijas del aire,
fijas ya para siempre
las alas ágiles,
las alas, peregrinas
de ignotos valles,
que como los deseos
de tu alma amante
a la aurora parecen
resucitarse,
cuando de tus ventanas
las hojas abres
y da el sol en tus ojos
y en los cristales.

AURORA
Cuando en las noches pálidas de luna
Cerca de tu ventana -una por una-
Me cuentas tus hermosas ilusiones,
Cuando de tu mirada soñadora
El rayo como lumbre de una aurora
Ahuyenta mis enjambres de visiones;

Cuando reclinas blanda la cabeza
En mi hombro y disipas mi tristeza
y me acompañas en mis locos sueños,
Cuando de la ventura en el exceso
Sellas mi dicha con ardiente beso
De tus labios rosados y risueños-

Entonces como el náufrago -que asido
De una frágil tablilla- va perdido
Y recuerda la plácida ribera
Mientras la oscura noche negra y fría
Y la inmensa extensión muda y sombría
Y el tempestuoso mar halla doquiera

Y que ve serenarse el horizonte
y destacarse el azulado monte
Sobre la claridad de áureo celaje
Y aparecer -en vaga lontananza
Lleno de luz de vida y de bonanza-
Primaveral, bellísimo paisaje,

Entre las sombras de la vida mía
Se levanta la luz de un nuevo día
Sin albor ni crepúsculo indeciso...
¿En la mirada de tus negros ojos,
En el aliento de tus labios rojos,
Quién no sabrá forjarse un paraíso?

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