Vacunas en Situación de Emergencia: Recomendaciones del Programa Especial para Vacunas e Inmunización
• Asegurar que todas las personas desplazadas y/o albergadas (adultos y ninos), incluyendo el personal de salud que trabajan en los albergues sean vacunadas contra el sarampión, siendo necesario preparar un plan de necesidades para la busqueda de recursos;
• Mantener el esquema básico de vacunación de forma rutinaria, ya que la disminución de las coberturas de vacunación podría provocar el resurgimiento a mediano plazo de las enfermedades prevenibles por vacunación ya controladas y/o erradicadas como sarampión, polio, tos ferina, difteria, y tétanos neonatal.
• Evaluar los daños en la cadena de frío y pérdida de biológicos y suministros (jeringas);
• Reponer de forma inmediata de las vacunas utilizadas rutinariamente por los programas nacionales de inmunización;
• Uso temporal de cajas frías (RCW42) para asegurar la conservación de las vacunas en las áreas afectadas y posibilidad de movilización de inmunobiológicos, siempre y cuando haya disponibilidad de hielo;
• Uso de refrigeradores fotovoltáicos para almacenamiento de vacunas y producción de hielo, garantizando baterías suficientes;
• Iniciar recuperación de la cadena de frío (compra de refrigeradoras, termos, termómetros, etc.).
Las condiciones actuales favorecen un aumento en la incidencia de las enfermedades diarréicas (asociadas a saneamiento y calidad de agua) y respiratorias (hacinamiento). Inmunizaciones masivas durante situaciones de desastres naturales son contraproducentes y desvían los limitados recursos humanos y materiales de otras medidas más eficientes y urgentes. Estas campañas de inmunización pueden dar un sentido de falsa seguridad llevando a desatender las medidas básicas de higiene y saneamiento que son más importantes en estos momentos.
La vacunación masiva sería justificable solamente cuando las medidas sanitarias recomendadas no estén surtiendo efecto, y ante evidencias demostradas de aumento progresivo de casos con riesgo de epidemia.
Una vacuna con las siguientes características podría considerarse útil en esta situación:
• Vacuna de comprobada eficacia, muy segura y baja reactogenicidad;
• De fácil aplicación (de dosis única);
• De protección rápida y duradera para todas las edades;
• Cantidad de vacuna suficiente para garantizar el suministro para toda la población en riesgo;
• De bajo costo.
Frente al cuestionamiento sobre el posible uso y demanda de otras vacunas que no están incluidas en los programas nacionales de inmunización en situaciones de emergencias, es importante reconocer los costos y los esfuerzos de movilización necesarios para realizar una inmunización masiva. Entre estas vacunas, las que se plantean más frecuentemente son aquellas contra cólera, fiebre tifoidea y meningitis meningocóccica.
Otras vacunas que han sido licenciadas recientemente ya forman parte también de este cuestionamiento, tales como rotavirus, hepatitis A, Haemophius influenzae tipo b y varicela. A continuación se presenta un resumen de las características de las vacunas en discusión:
Vacuna cólera: La vacuna tradicional (a célula muerta) contra el cólera presenta baja eficacia y alta reactogenicidad, por lo tanto, no es recomendada para el control de epidemias. Una vacuna a base de la de células muertas suplementada con la subunidad B recombinante de la toxina colérica y una atenuada oral son las nuevas vacunas que se consideran como posibles. Información existente para la primera vacuna indica que su uso en mayores de un año con dos dosis administradas en un intervalo de dos semanas podría disminuir el número de casos durante una epidemia de cólera, pero no eliminaría la probabilidad de una epidemia en el correr de los dos años subsequentes a la vacunación. Esto es debido a la rápida disminución de la protección con el tiempo. Para niños menores de cinco años, la protección desaparece después de 6 meses. Para la vacuna viva atenuada, no existe información disponible en el momento que sustente su uso.
Vacuna contra fiebre tifoidea: La vacuna tradicional (a célula muerta) contra fiebre tifoidea presenta baja eficacia y alta reactogenicidad, por lo tanto, no es recomendada para el control de epidemias. La vacuna viva atenuada oral requiere de cuatro dosis, administradas en un régimen estricto el cual requiere una infraestructura especial (la vacuna es muy termolábil y requiere de refrigeración). La vacuna a base de polisacáridos es efectiva solamente en población mayores de dos años.
Vacuna rotavirus:es una vacuna recientemente licenciada en los Estados Unidos. Estudios de campo han demostrado su efectividad en la prevención de los casos severos de la enfermedad (diarreas con deshidratación), disminuyendo la necesidad de hospitalización. Se requieren tres dosis de vacuna separadas entre ellas por un mínimo de un mes. La efectividad de esta vacuna no ha sido comprobada en situaciones de emergencia, es cara y hay disponibilidad limitada.
Vacuna Haemophilus influenzae tipo b: Esta vacuna ha demostrado un gran impacto en las meningitis, en las neumonías y otras formas invasivas, una vez introducida en los programas rutinarios de inmunización. La enfermedad no es epidémica y por lo tanto no es considerado un problema de emergencia en situaciones de desastre. Ocurre en niños menores de 2 años y son necesarias al menos 2 dosis con un intervalo mínimo de 1 mes para inducir protección. La OPS promueve la introducción de esta vacuna en los programas regulares, pero asegurando la sostenibilidad del suministro de la vacuna.
Vacuna meningocóccica: Estas vacunas han sido ya usadas para controlar las meningitis meningocóccicas debidas a los grupos A y C en emergencias epidémicas. Una vez que la vigilancia epidemiológica determina un aumento de la incidencia con la identificación de serogrupo responsable (A y/o C), grupo etario y área o región afectada se puede considerar la vacunación. Se deberá establecer un stock de vacuna antimeningocóccica para asegurar disponibilidad inmediata para el control de brotes en caso de necesidad La vacunación durante períodos no epidémicos no es considerada ser una medida efectiva por causa de la corta duración de la inmunidad en la población infantil.
Vacuna hepatitis A: En Centro América la infección por el virus de la hepatitis A ocurre a temprana edad. Datos recientes muestran que en Nicaragua, niños de 2 a 4 años presentan una seroprevalencia del 73%. La patogenicidad varia con la edad, es mas grave en los adultos y en los menores de seis años la infección es asintomática (mas de un 70%). La vacuna es cara y se aplica dos doses a los mayores de 2 años por lo que no se justifica su uso en situaciones de emergencia.
Vacuna varicela: No existe recomendación de uso devacuna de varicela en situaciones de desastre.
De acuerdo a las características de las vacunas descriptas anteriormente y a excepción de las vacunas usadas actualmente en los programas nacionales, especialmente la vacuna contra el sarampión para evitar la reintroducción del virus y posiblemente la antimeningocóccica A y C en situación de brote, SVI no recomienda el uso de estas vacunas en la situación actual.
Fuente: "Guías Técnicas para situaciones de desastres"Organización Panamericana de la Salud
www.klimanaturali.org
www.megatimes.com.br
• Mantener el esquema básico de vacunación de forma rutinaria, ya que la disminución de las coberturas de vacunación podría provocar el resurgimiento a mediano plazo de las enfermedades prevenibles por vacunación ya controladas y/o erradicadas como sarampión, polio, tos ferina, difteria, y tétanos neonatal.
• Evaluar los daños en la cadena de frío y pérdida de biológicos y suministros (jeringas);
• Reponer de forma inmediata de las vacunas utilizadas rutinariamente por los programas nacionales de inmunización;
• Uso temporal de cajas frías (RCW42) para asegurar la conservación de las vacunas en las áreas afectadas y posibilidad de movilización de inmunobiológicos, siempre y cuando haya disponibilidad de hielo;
• Uso de refrigeradores fotovoltáicos para almacenamiento de vacunas y producción de hielo, garantizando baterías suficientes;
• Iniciar recuperación de la cadena de frío (compra de refrigeradoras, termos, termómetros, etc.).
Las condiciones actuales favorecen un aumento en la incidencia de las enfermedades diarréicas (asociadas a saneamiento y calidad de agua) y respiratorias (hacinamiento). Inmunizaciones masivas durante situaciones de desastres naturales son contraproducentes y desvían los limitados recursos humanos y materiales de otras medidas más eficientes y urgentes. Estas campañas de inmunización pueden dar un sentido de falsa seguridad llevando a desatender las medidas básicas de higiene y saneamiento que son más importantes en estos momentos.
La vacunación masiva sería justificable solamente cuando las medidas sanitarias recomendadas no estén surtiendo efecto, y ante evidencias demostradas de aumento progresivo de casos con riesgo de epidemia.
Una vacuna con las siguientes características podría considerarse útil en esta situación:
• Vacuna de comprobada eficacia, muy segura y baja reactogenicidad;
• De fácil aplicación (de dosis única);
• De protección rápida y duradera para todas las edades;
• Cantidad de vacuna suficiente para garantizar el suministro para toda la población en riesgo;
• De bajo costo.
Frente al cuestionamiento sobre el posible uso y demanda de otras vacunas que no están incluidas en los programas nacionales de inmunización en situaciones de emergencias, es importante reconocer los costos y los esfuerzos de movilización necesarios para realizar una inmunización masiva. Entre estas vacunas, las que se plantean más frecuentemente son aquellas contra cólera, fiebre tifoidea y meningitis meningocóccica.
Otras vacunas que han sido licenciadas recientemente ya forman parte también de este cuestionamiento, tales como rotavirus, hepatitis A, Haemophius influenzae tipo b y varicela. A continuación se presenta un resumen de las características de las vacunas en discusión:
Vacuna cólera: La vacuna tradicional (a célula muerta) contra el cólera presenta baja eficacia y alta reactogenicidad, por lo tanto, no es recomendada para el control de epidemias. Una vacuna a base de la de células muertas suplementada con la subunidad B recombinante de la toxina colérica y una atenuada oral son las nuevas vacunas que se consideran como posibles. Información existente para la primera vacuna indica que su uso en mayores de un año con dos dosis administradas en un intervalo de dos semanas podría disminuir el número de casos durante una epidemia de cólera, pero no eliminaría la probabilidad de una epidemia en el correr de los dos años subsequentes a la vacunación. Esto es debido a la rápida disminución de la protección con el tiempo. Para niños menores de cinco años, la protección desaparece después de 6 meses. Para la vacuna viva atenuada, no existe información disponible en el momento que sustente su uso.
Vacuna contra fiebre tifoidea: La vacuna tradicional (a célula muerta) contra fiebre tifoidea presenta baja eficacia y alta reactogenicidad, por lo tanto, no es recomendada para el control de epidemias. La vacuna viva atenuada oral requiere de cuatro dosis, administradas en un régimen estricto el cual requiere una infraestructura especial (la vacuna es muy termolábil y requiere de refrigeración). La vacuna a base de polisacáridos es efectiva solamente en población mayores de dos años.
Vacuna rotavirus:es una vacuna recientemente licenciada en los Estados Unidos. Estudios de campo han demostrado su efectividad en la prevención de los casos severos de la enfermedad (diarreas con deshidratación), disminuyendo la necesidad de hospitalización. Se requieren tres dosis de vacuna separadas entre ellas por un mínimo de un mes. La efectividad de esta vacuna no ha sido comprobada en situaciones de emergencia, es cara y hay disponibilidad limitada.
Vacuna Haemophilus influenzae tipo b: Esta vacuna ha demostrado un gran impacto en las meningitis, en las neumonías y otras formas invasivas, una vez introducida en los programas rutinarios de inmunización. La enfermedad no es epidémica y por lo tanto no es considerado un problema de emergencia en situaciones de desastre. Ocurre en niños menores de 2 años y son necesarias al menos 2 dosis con un intervalo mínimo de 1 mes para inducir protección. La OPS promueve la introducción de esta vacuna en los programas regulares, pero asegurando la sostenibilidad del suministro de la vacuna.
Vacuna meningocóccica: Estas vacunas han sido ya usadas para controlar las meningitis meningocóccicas debidas a los grupos A y C en emergencias epidémicas. Una vez que la vigilancia epidemiológica determina un aumento de la incidencia con la identificación de serogrupo responsable (A y/o C), grupo etario y área o región afectada se puede considerar la vacunación. Se deberá establecer un stock de vacuna antimeningocóccica para asegurar disponibilidad inmediata para el control de brotes en caso de necesidad La vacunación durante períodos no epidémicos no es considerada ser una medida efectiva por causa de la corta duración de la inmunidad en la población infantil.
Vacuna hepatitis A: En Centro América la infección por el virus de la hepatitis A ocurre a temprana edad. Datos recientes muestran que en Nicaragua, niños de 2 a 4 años presentan una seroprevalencia del 73%. La patogenicidad varia con la edad, es mas grave en los adultos y en los menores de seis años la infección es asintomática (mas de un 70%). La vacuna es cara y se aplica dos doses a los mayores de 2 años por lo que no se justifica su uso en situaciones de emergencia.
Vacuna varicela: No existe recomendación de uso devacuna de varicela en situaciones de desastre.
De acuerdo a las características de las vacunas descriptas anteriormente y a excepción de las vacunas usadas actualmente en los programas nacionales, especialmente la vacuna contra el sarampión para evitar la reintroducción del virus y posiblemente la antimeningocóccica A y C en situación de brote, SVI no recomienda el uso de estas vacunas en la situación actual.
Fuente: "Guías Técnicas para situaciones de desastres"Organización Panamericana de la Salud
www.klimanaturali.org
www.megatimes.com.br