Hiperinflacion en Argentina
En tales condiciones la inflación, que en 1983 era de 343%, superó el 600% en 1984 y 1985. Entonces el secretario de Planeamiento; Juan Vital Sourrouille, le aconsejó a Alfonsín revertir la situación y no desperdiciar la buena imagen externa del gobierno democrático argentino con posturas anticuadas contrarias al Fondo". Sourrouille, designado titular de Economía, diseñó "el plan Austral'". Éste se basaba en una nueva moneda que reemplazaba al peso en una relación de 80 centavos de austral por dólar. Para sostener la divisa argentina el gobierno se comprometía a no emitir y a pagar la deuda y proponía una aperturas moderada de las economía. Los resultados inmediatos de estas medidas fueron beneficiosos. La economía se serenó porque disminuyeron las expectativas inflacionarias que se expresaban en la indexación (aumento preventivo de salarios y de precios). Otra novedad fue el anuncio del plan Houston para la explotación del petróleo y del gas por compañías extranjeras; que revertía la doctrina radical; nacionalistas en matería de hidrocarburos.
En 1987, el periodista y economista Rodolfo Terragno convencería a Alfonsín de la necesidad de privatizar las empresas públicas deficitarias porque de otro modo era imposible evitar el déficit estatal. Pero la oposición peronista en el Senado impidió concertar la venta de acciones de Aerolíneas Argentinas, ENTEL y SOMISA. Los argumentos esgrimidos fueron de corte nacionalista. Tampoco el plan Houston avanzó".
Los éxitos iniciales del plan Austral ratificaron la popularidad del gobierno que ganó con amplitud los comicios nacionales de renovación de diputados en 1985. Con la coalición alfonsinista consolidada, el presidente se abocó a fortalecer su imágen.
Contrariamente a lo que sucedía en tiempos de Illia.
Balbín presidía el Comité Nacional, Alfonsín conservó para sí la conducción de la UCR. Ahora se proponía impulsar el proyecto del Tercer Movimiento Histórico. Lo acompañaban los jóvenes radicales de la Junta Coordinadora y los intelectuales del Consejo de la Consolidación de la Democracia (Juan Carlos Portantiero V Carlos Nino).
El Tercer Movimiento, conjunción de las fuerzas políticas del país vagamente inspirada en el PRI, el partido gobernante en México, aseguraría el futuro de la democracia. Para afirmarlo era necesaria una reforma constitucional que permitiera la reelección presidencial, acortara a cuatro años los mandatos y creara la figura de jefe de Gabinete, sobre el modelo de las democracias parlamentarias europeas pero sin dejar de lado el presidencialismo argentino. Formó parte del proyecto el traslado de la Capital Federal de Buenos Aires al área de Viedma/Patagones, sobre el río Negro.
El traslado de la capital "al sur, al frío y al mar" fue la propuesta más original de Alfonsín (1987). El presidente quiso hacer un replanteo territorial que concluyera con el predominio de Buenos Aires y valorizara la Patagonia. La UCeDé, el partido de derecha liberal que lideraba Álvaro Alsogaray, calificó el traslado de innecesario y costoso". El Congreso lo aprobó.
En ese mismo año 1987 en que decayó el prestigio del presidente, la conflictividad social seguía siendo muy alta. A los paros obreros y a los desbordes militares se sumaba una relación difícil con la Iglesia Católica. El gobierno no sólo había aprobado la nueva ley de divorcio vincular que autorizaba a contraer nuevo matrimonio y otra que equiparaba a los hijos legítimos con los ilegítimos, sino que había convocado a un Congreso Pedagógico que decidiría el rumbo a seguir por la educación en la Argentina. La Iglesia, que es contraria al divorcio porque considera que afecta a la constitución de la familia cristiana, temía ahora que se le recortaran los subsidios a la enseñanza privada. A tales roces se sumaban, desde otros ángulos, las acusaciones contra la jerarquía eclesiástica por tolerancia con la dictadura.
Entre tanto, el plan Austral perdió efectividad en medio de concesiones a los sindicatos nucleados en "el Grupo de los 15". Uno de sus referentes ocupó la cartera de Trabajo. Los gobernadores susceptibles de incorporarse al Tercer Movimiento, como era el caso del riojano Carlos Menem, recibieron ayuda. Los créditos baratos del Banco Central seguían su curso, lo mismo que los préstamos a los bancos provinciales que resultaban incobrables y las exenciones impositivas a la industria del interior.
Las elecciones de setiembre del 87 favorecieron al peronismo liderado ahora por los Renovadores. El PJ ganó por el 41% y obtuvo la mayoría de las provincias y de las bancas en juego. La UCR, con el 37% de los votos, conservó sólo los gobiernos de Córdoba y Río Negro y quedó en minoría en Diputados. A partir de allí gobernar se volvió muy difícil.
El plan Primavera (setiembre de 1988) se elaboró para devolver la salud a la economía que había recuperado su ímpetu inflacionario. Debía asimismo asegurar la estabilidad antes de las elecciones. El plan contó con el apoyo de los "capitanes de industria" nucleados en la UIA, quienes se comprometieron a no aumentar los precios de las mercaderías. Pero para conformarlos se redujeron el IVA y las retenciones agropecuarias. El déficit. de los servicios públicos, cuyas tarifas se encontraban congeladas, recayó sobre el tesoro y éste gastaba dólares para sostener el valor del peso mientras dejaba de pagar los intereses de la deuda externa. Los grandes gremios pactaron aumentos generosos con sus empleadores.
Una tercera rebelión militar tuvo como protagonista al coronel Mohamed Alí Seineldín, oficial nacionalista v ultracatólico. Este confuso operativo enturbió el clima preelectoral y logró la renuncia del jefe del Ejército. Aumentó la incertidumbre el copamiento del cuartel de La Tablada por militantes de izquierda, acto inexplicable y cruento que provocó muchas muertes.
Entre tanto el país se preparaba para las elecciones que debían celebrarse en mayo del 89. Eduardo Angeloz, el gobernador de Córdoba reelecto, era el candidato del oficialismo, acompañado por el dirigente bonaerense Juan Manuel Casella. La fórmula del PJ estaba compuesta por Carlos Menem, gobernador de La Rioja, también reelecto, y por el intendente de Lomas de Zamora, Eduardo Duhalde.
Cuando se difundió la noticia de que los organismos internacionales de crédito no le prestarían más dinero a la Argentina, el austral se desmoronó. La disparada del dólar, en febrero del 89. sembró de rumores la City porteña, que si bien dejaron intacto el nombre del presidente y de Sourrouille, afectaron a algunos de sus colaboradores.
Durante la gestión de Juan Carlos Pugliese, el nuevo titular de Economía, el grupo de "los capitanes de la industria" reclamó y obtuvo la liberación del mercado de cambios. Pero cuando dejó de haber un cambio preferencial que evitaba el alza de los productos básicos, la inflación trepó al 193% (abril). En la City los "arbolitos" proveían de dólares a los empleados que querían preservar el sueldo.
En ese clima de angustia por la crisis económica, el 14 de mayo de 1989 se realizaron los comicios nacionales. Menem ganó por el 47%. Pero la victoria de la oposición no calmó la economía. Con la población desesperada porque el salario no alcanzaba para comer, el día 23 comenzaron los saqueos a los supermercados de las zonas suburbanas más humildes. Gente desesperada era la protagonista de estos tristes hechos cuyos puntos álgidos fueron la localidad de San Miguel y el Gran Rosario y en los que hubo 15 muertos. Mientras el gobierno decretaba el estado de sitio, las empresas prosiguieron impávidas las remarcaciones de precios. Procuraban resarcirse de las pérdidas sufridas a raíz de la disparada del dólar.
Alfonsín había perdido la capacidad de gobernar. Por eso decidió irse antes del 10 de diciembre, fecha en que cumplía su mandato de seis años. La crisis había barrido con el Estado Benefactor, abrumado por el exceso de demandas y de expectativas que la restauración de la democracia había vigorizado más que nunca.
A consecuencia de estos hechos Alfonsín, el presidente que había confiado en la democracia como solución al problema argentino, se iba arrastrado por la vorágine. Pero la democracia, que no es quizás la panacea que cura todos los males, sigue siendo el mejor camino posible. Y la pedagogía de la "vida en democracia" le sería reconocida a Alfonsín cuando le entregó la banda a otro presidenta electo por el pueblo y de un signo político opuesto. Era la primera vez en el siglo que se daba este hecho histórico.
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En 1987, el periodista y economista Rodolfo Terragno convencería a Alfonsín de la necesidad de privatizar las empresas públicas deficitarias porque de otro modo era imposible evitar el déficit estatal. Pero la oposición peronista en el Senado impidió concertar la venta de acciones de Aerolíneas Argentinas, ENTEL y SOMISA. Los argumentos esgrimidos fueron de corte nacionalista. Tampoco el plan Houston avanzó".
Los éxitos iniciales del plan Austral ratificaron la popularidad del gobierno que ganó con amplitud los comicios nacionales de renovación de diputados en 1985. Con la coalición alfonsinista consolidada, el presidente se abocó a fortalecer su imágen.
Contrariamente a lo que sucedía en tiempos de Illia.
Balbín presidía el Comité Nacional, Alfonsín conservó para sí la conducción de la UCR. Ahora se proponía impulsar el proyecto del Tercer Movimiento Histórico. Lo acompañaban los jóvenes radicales de la Junta Coordinadora y los intelectuales del Consejo de la Consolidación de la Democracia (Juan Carlos Portantiero V Carlos Nino).
El Tercer Movimiento, conjunción de las fuerzas políticas del país vagamente inspirada en el PRI, el partido gobernante en México, aseguraría el futuro de la democracia. Para afirmarlo era necesaria una reforma constitucional que permitiera la reelección presidencial, acortara a cuatro años los mandatos y creara la figura de jefe de Gabinete, sobre el modelo de las democracias parlamentarias europeas pero sin dejar de lado el presidencialismo argentino. Formó parte del proyecto el traslado de la Capital Federal de Buenos Aires al área de Viedma/Patagones, sobre el río Negro.
El traslado de la capital "al sur, al frío y al mar" fue la propuesta más original de Alfonsín (1987). El presidente quiso hacer un replanteo territorial que concluyera con el predominio de Buenos Aires y valorizara la Patagonia. La UCeDé, el partido de derecha liberal que lideraba Álvaro Alsogaray, calificó el traslado de innecesario y costoso". El Congreso lo aprobó.
En ese mismo año 1987 en que decayó el prestigio del presidente, la conflictividad social seguía siendo muy alta. A los paros obreros y a los desbordes militares se sumaba una relación difícil con la Iglesia Católica. El gobierno no sólo había aprobado la nueva ley de divorcio vincular que autorizaba a contraer nuevo matrimonio y otra que equiparaba a los hijos legítimos con los ilegítimos, sino que había convocado a un Congreso Pedagógico que decidiría el rumbo a seguir por la educación en la Argentina. La Iglesia, que es contraria al divorcio porque considera que afecta a la constitución de la familia cristiana, temía ahora que se le recortaran los subsidios a la enseñanza privada. A tales roces se sumaban, desde otros ángulos, las acusaciones contra la jerarquía eclesiástica por tolerancia con la dictadura.
Entre tanto, el plan Austral perdió efectividad en medio de concesiones a los sindicatos nucleados en "el Grupo de los 15". Uno de sus referentes ocupó la cartera de Trabajo. Los gobernadores susceptibles de incorporarse al Tercer Movimiento, como era el caso del riojano Carlos Menem, recibieron ayuda. Los créditos baratos del Banco Central seguían su curso, lo mismo que los préstamos a los bancos provinciales que resultaban incobrables y las exenciones impositivas a la industria del interior.
Las elecciones de setiembre del 87 favorecieron al peronismo liderado ahora por los Renovadores. El PJ ganó por el 41% y obtuvo la mayoría de las provincias y de las bancas en juego. La UCR, con el 37% de los votos, conservó sólo los gobiernos de Córdoba y Río Negro y quedó en minoría en Diputados. A partir de allí gobernar se volvió muy difícil.
El plan Primavera (setiembre de 1988) se elaboró para devolver la salud a la economía que había recuperado su ímpetu inflacionario. Debía asimismo asegurar la estabilidad antes de las elecciones. El plan contó con el apoyo de los "capitanes de industria" nucleados en la UIA, quienes se comprometieron a no aumentar los precios de las mercaderías. Pero para conformarlos se redujeron el IVA y las retenciones agropecuarias. El déficit. de los servicios públicos, cuyas tarifas se encontraban congeladas, recayó sobre el tesoro y éste gastaba dólares para sostener el valor del peso mientras dejaba de pagar los intereses de la deuda externa. Los grandes gremios pactaron aumentos generosos con sus empleadores.
Una tercera rebelión militar tuvo como protagonista al coronel Mohamed Alí Seineldín, oficial nacionalista v ultracatólico. Este confuso operativo enturbió el clima preelectoral y logró la renuncia del jefe del Ejército. Aumentó la incertidumbre el copamiento del cuartel de La Tablada por militantes de izquierda, acto inexplicable y cruento que provocó muchas muertes.
Entre tanto el país se preparaba para las elecciones que debían celebrarse en mayo del 89. Eduardo Angeloz, el gobernador de Córdoba reelecto, era el candidato del oficialismo, acompañado por el dirigente bonaerense Juan Manuel Casella. La fórmula del PJ estaba compuesta por Carlos Menem, gobernador de La Rioja, también reelecto, y por el intendente de Lomas de Zamora, Eduardo Duhalde.
Cuando se difundió la noticia de que los organismos internacionales de crédito no le prestarían más dinero a la Argentina, el austral se desmoronó. La disparada del dólar, en febrero del 89. sembró de rumores la City porteña, que si bien dejaron intacto el nombre del presidente y de Sourrouille, afectaron a algunos de sus colaboradores.
Durante la gestión de Juan Carlos Pugliese, el nuevo titular de Economía, el grupo de "los capitanes de la industria" reclamó y obtuvo la liberación del mercado de cambios. Pero cuando dejó de haber un cambio preferencial que evitaba el alza de los productos básicos, la inflación trepó al 193% (abril). En la City los "arbolitos" proveían de dólares a los empleados que querían preservar el sueldo.
En ese clima de angustia por la crisis económica, el 14 de mayo de 1989 se realizaron los comicios nacionales. Menem ganó por el 47%. Pero la victoria de la oposición no calmó la economía. Con la población desesperada porque el salario no alcanzaba para comer, el día 23 comenzaron los saqueos a los supermercados de las zonas suburbanas más humildes. Gente desesperada era la protagonista de estos tristes hechos cuyos puntos álgidos fueron la localidad de San Miguel y el Gran Rosario y en los que hubo 15 muertos. Mientras el gobierno decretaba el estado de sitio, las empresas prosiguieron impávidas las remarcaciones de precios. Procuraban resarcirse de las pérdidas sufridas a raíz de la disparada del dólar.
Alfonsín había perdido la capacidad de gobernar. Por eso decidió irse antes del 10 de diciembre, fecha en que cumplía su mandato de seis años. La crisis había barrido con el Estado Benefactor, abrumado por el exceso de demandas y de expectativas que la restauración de la democracia había vigorizado más que nunca.
A consecuencia de estos hechos Alfonsín, el presidente que había confiado en la democracia como solución al problema argentino, se iba arrastrado por la vorágine. Pero la democracia, que no es quizás la panacea que cura todos los males, sigue siendo el mejor camino posible. Y la pedagogía de la "vida en democracia" le sería reconocida a Alfonsín cuando le entregó la banda a otro presidenta electo por el pueblo y de un signo político opuesto. Era la primera vez en el siglo que se daba este hecho histórico.
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