Los Organismos Transgénicos
Los organismos transgénicos: riesgos en el medio ambiente, la agricultura y la salud humana
En años recientes, a partir de la biotecnología, especialmente mediante las técnicas de ADN recombinante, se hizo posible romper todas las barreras que existen en la reproducción de los seres vivos, permitiendo trasladar o intercambiar características genéticas entre plantas, animales y microorganismos, originando así los llamados “organismos genéticamente modificados (OGM) o transgénicos”. Esta manipulación genética abrió a la industria biotecnológica enormes posibilidades para el uso, manejo y aplicación comercial de los recursos genéticos tanto silvestres como cultivados y sus productos derivados a partir de la manipulación.
¿La biotecnología resolverá el problema del hambre en el mundo?
El argumento más fuerte de la industria para promover la introducción de los transgénicos en el mundo se basa en la premisa de que la única forma de resolver el problema de disponibilidad de alimentos y del hambre en el mundo en el nuevo siglo es mediante las nuevas biotecnologías. Pero si miramos la relación entre el crecimiento de la población versus la producción y disponibilidad de alimentos la población mundial en los últimos 40 años ha aumentado de forma exponencial: si se compara su crecimiento con relación a la producción agrícola mediante la introducción de las tecnologías de la “Revolución Verde” se evidencia una sobreproducción de alimentos, especialmente concentrada en los países del Norte. Pero si se analiza cómo ha sido la disponibilidad de estos alimentos y su distribución por habitante en el planeta se observa que esta última está muy por debajo de la producción mundial.
La diferencia entre producción, acceso y disponibilidad se evidencia en los 800 millones de personas que actualmente sufren hambre en el mundo, lo que indica que el problema de fondo para resolver la situación de hambre en el mundo no es de carácter “tecnológico” sino que es un problema predominantemente político, económico y de distribución y acceso a los alimentos y a los medios productivos.
Estrategias de la industria para introducir OGM
La mayoría de las innovaciones biotecnológicas de la industria están orientadas a la búsqueda de ganancias sin límites y no a respuestas de necesidades que afectan a la mayoría de las poblaciones humanas. Por consiguiente hasta ahora el énfasis de la industria realmente no ha sido resolver los problemas fundamentales de la agricultura y la alimentación del mundo sino el incremento de la rentabilidad. Actualmente las empresas están invirtiendo muchos millones de dólares en la creación de OGM de alto valor comercial, protegidos por rígidos sistemas de derechos de propiedad intelectual (patentes), pero no se quiere invertir dinero para investigar los riesgos y los peligros que pueden generar estos organismos, es decir en la aplicación de medidas de bioseguridad.
¿Qué tanto ha crecido el área cultivada con transgénicos en el mundo?
Se ha presentado un crecimiento exponencial del área cultivada con transgénicos. En el año 1996 se tenían sólo 2,3 millones de hectáreas. En el año 2000 se sembraron 44,2 millones de hectáreas con cultivos transgénicos, de los cuales el 74 por ciento del área plantada (32,7 millones de hectáreas) corresponde a cultivos resistentes a herbicidas con cultivos de soya, maíz, algodón, papa, arroz, sorgo, canola, caña de azúcar, tabaco, tomate, entre otros. De estos, 25,8 millones, es decir el 59 por ciento del área total, se sembró con soya RR de Monsanto resistente a glifosato. Este dato contrasta enormemente con el área de cultivos MG que le introdujo características de mejoramiento de los rasgos de calidad de los alimentos puesto que fue menos del 1 por ciento del área sembrada. Los países con mayores áreas son: Estados Unidos con 30,3 millones de hectáreas, seguido por Argentina con 10,3 millones de hectáreas y Canadá con tres millones de hectáreas. (ISAAA,2000).
¿Quién controla la industria biotecnológica ?
Actualmente no más de 10 empresas transnacionales del Norte controlan el mercado de semillas del mundo; igual situación sucede con los agroquímicos, los productos farmacéuticos y los alimentos. La tendencia es que en los próximos años unas pocas empresas, como Monsanto, Novartis, Aventis o Singenta, controlarán todos los sectores productivos relacionados con los seres vivos.
¿Cuáles son los cultivos que se quieren masificar?
En el año 2000 se sembraron 32,7 millones de hectáreas con cultivos transgénicos resistentes a herbicidas con sólo esta característica o combinada con otra; es decir el 74 por ciento de toda el área cultivada con transgénicos. La estrategia de la industria con estos cultivos es generar más dependencia y consumo del herbicida, que es suministrado con todo el paquete tecnológico amarrado a la semilla, sin importar los riesgos para la salud humana que representa el uso indiscriminado de agroquímicos.
Otro ejemplo son las tecnologías de última generación denominadas “sistema de protección de la biotecnología o protección de genes”, que comúnmente se denominan “Terminator o Traitor”, con las que se pretende crear semillas estériles y plantas dependientes de químicos para expresar sus procesos fisiológicos como germinación, floración, maduración de frutos e incluso la activación o desactivación del sistema inmunológico que hace a una planta susceptible a una enfermedad; estos procesos se controlan a través de la adición al cultivo de un producto químico que controla tales procesos. Para la industria es más rentable producir semillas estériles que se autoprotejan que romperse la cabeza en complejos procesos judiciales y demandas por la violación de sus derechos de propiedad intelectual y por las regalías. Terminator es una tecnología perversa porque rompe con los derechos sobre sus ciclos biológicos y reproductivos de todos los seres vivos y porque además viola el derecho milenario de los agricultores a reproducir, almacenar o intercambiar semillas (RAFI, 1999).
Riesgos e impactos de los organismos transgénicos
De las nuevas biotecnologías, la ingeniería genética es la que mayor preocupación ha generado por los riesgos potenciales de su aplicación, en aspectos relacionados con el ambiente, en las especies involucradas, en la salud, en los sistemas productivos y en la seguridad alimentaria, entre otros. Los grandes riesgos de la ingeniería genética radican precisamente en su poderosa capacidad de interferir en los procesos biológicos, ecológicos y evolutivos, cuyo funcionamiento estamos lejos de comprender y de controlar.
De acuerdo con Rissler y Mellon 1996, entre los riesgos ecológicos más serios que presenta el uso comercial de cultivos transgénicos se destacan: la expansión de los cultivos transgénicos amenaza la diversidad genética. Los cultivos transgénicos con genes resistentes a herbicidas presentan potencialidad de transferencia de estos genes a variedades silvestres o parientes semidomesticados y pueden crear supermalezas. El traslado horizontal y la recombinación de genes entre especies diferentes para crear nuevas razas patogénicas de bacteria y virus más nocivos. Las plagas de insectos desarrollarán rápidamente resistencia a los cultivos que contienen toxinas introducidas genéticamente, entre otros efectos. Miremos con más detalle los posibles riesgos que conllevan los organismos transgénicos:
• En el medio ecosistémico.
No se puede predecir qué sucederá con un organismo transgénico que se introduzca al entorno biofísico puesto que una vez liberado no puede controlarse su comportamiento o sus procesos evolutivos ni la interacción e influencia en otros organismos. El problema es que de la equivocación no se puede dar marcha atrás, puesto que la transgénesis es un proceso irreversible. Por ejemplo, el salmón transgénico crece tres veces más que el salmón normal y tiene una alta capacidad de sobrevivir en el medio acuático. Si se libera en un río o un lago, donde conviven en equilibrio diversos peces, este salmón puede romper este equilibrio, hacer desaparecer los peces más frágiles y alterar toda la cadena trófica del ecosistema.
• Socioeconómicos
Estas tecnologías no son compatibles con las necesidades, expectativas y condiciones ecosistémicas, socioeconómicas y productivas de nuestros países. Generan una dependencia económica de los agricultores de toda la cadena productiva controlada por unas cuantas empresas. El mercado masivo de productos transgénicos puede también colapsar las economías agroexportadoras de los países del Sur, puesto que muchos de los transgénicos se diseñaron para sustituir alimentos que son solamente producidos en países del trópico: caña de azúcar, cacao, vainilla.
• Creación de malezas y aumento en el consumo de herbicidas
Dado que los cultivos transgénicos más utilizados en el mundo son los resistentes a los herbicidas, cabe preguntarnos por ejemplo: ¿Qué pasaría si se introducen papas transgénicas resistentes a herbicidas en la región Andina, que es el centro de origen de la papa, o una variedad de maíz transgénico en México? ¿Podría crearse una supermaleza incontrolable si el gen de resistencia a herbicidas se transfiere a las especies silvestres parientes de estos cultivos? Ese problema no se presentaría en Estados Unidos o en Europa porque allí no existen malezas parientes del maíz ni variedades nativas de papa.
• Creación de nuevos y más potentes patógenos
Las enfermedades y plagas siempre han sido amplificadas por los cambios hacia la agricultura homogénea. Existen evidencias científicas que muestran que los genes introducidos en microorganismos y virus, a través de la transgénesis, pueden mutar, recombinarse, saltar de un organismo a otro y crear nuevos patógenos mucho más agresivos y con mayor espectro de acción. Para el caso de plagas la situación es similar. Por ejemplo, un maíz transgénico con el gen que codifica la toxina de la bacteria Basillus thuringensis (Bt), con el fin de controlar insectos plaga, al igual que sucedió con los insecticidas químicos, los insectos generan rápidamente resistencias a la toxina, perdiéndose así su eficiencia.
• Efectos en la salud
Una de las mayores preocupaciones en el mundo sobre los transgénicos se relaciona con los posibles efectos sobre la salud humana y animal, puesto que no se puede predecir qué va a pasar con los genes manipulados una vez que entran en la cadena alimenticia, hasta llegar a los humanos.
En la construcción genética de un OGM se utilizan bacterias o virus, ya sean como virus promotores o las bacterias como vectores. Se requiere que estos virus y bacterias sean muy activos y agresivos, precisamente porque se necesita que tengan la capacidad de traspasar las barreras naturales de las células y bloquear su sistema inmunológico, el cual es capaz de inactivar elementos extraños que perturban su funcionamiento normal.
No hay estudios que muestren qué puede suceder al consumir, por ejemplo, papa transgénica que tiene incorporados los siguientes genes: un gen de resistencia a los antibióticos como marcador genético, un gen de resistencia a los herbicidas y un gen promotor proveniente del virus: virus del Mosaico de la coliflor (VMoCo). No se conoce verdaderamente si a través de la flora microbiana del intestino se puede transferir el gen de la resistencia a antibióticos o si puedan ocurrir mutaciones o interacciones entre los virus utilizados en la transferencia de genes y los virus patógenos que afectan el organismo.
La mayor preocupación respecto a los efectos en la salud de los alimentos transgénicos se relaciona con los genes que se utilizan en la construcción genética. En la transferencia de genes se utilizan vectores, genes promotores y genes marcadores que provienen de virus y bacterias. Los virus más usados como retrovirus y virus en Mosaico pueden causar cáncer y otras enfermedades. La recombinación de transgenes puede generar virus más agresivos e infecciosos. Algunos aspectos relacionados con estos genes son los siguientes:
1. Marcadores genéticos: generan resistencia a los antibióticos
Los genes marcadores se usan para la identificación de los casos exitosos en la transferencia de genes. Son virus o bacterias (atenuadas, mutiladas) que generan resistencia a los antibióticos. Estos genes no se desintegran fácilmente por la preparación de alimentos y en el tracto digestivo; son muy pequeños (858 pares de bases); el gen marcador queda como desecho; es difícil y costoso retirarlo.
Existe una gran preocupación mundial por la posibilidad de que estos genes marcadores que generan resistencia a los antibióticos se transfieran en el intestino de las personas y animales desde los alimentos G.M a la flora microbiana y luego se incorporen al organismo, agravando aun más el problema de salud pública de resistencia a los antibióticos. Numerosos científicos en el mundo han solicitado que se retire de la manipulación genética el uso de este tipo de marcadores, incluso algunos países europeos ya han prohibido su utilización.
2. Promotores virales: virus del Mosaico de la Coliflor (CaMoV)
El gen promotor es el que inicia la transcripción del ADN. Hace que el gen se exprese muchas veces y continuamente (hasta 1.000 veces). Es la torre de control en la expresión de los genes introducidos. Multiplica la proteína, pone al gen por fuera del sistema regulatorio genético y lo fuerza a sobreproducir la proteína. Promueve la transferencia génica horizontal y genera estrés en la planta, produciéndole un enorme desgaste al intentar corregir el error.
El CaMoV es el promotor más usado en transferencia de genes: (soya RR, maíz Bt. y otros). Es un pararretrovirus, parecido al virus de la hepatitis B y relacionado con el VIH (virus del sida). Los virus en Mosaico son potencialmente muy peligrosos puesto que pueden generar múltiples enfermedades. Poseen alta capacidad de saltar las barreras entre especies y para desactivar las defensas que inactivan o destruyen genes extraños pueden recombinarse con otros virus y generar virus más infecciosos.
El caso del maíz Starlink en Estados Unidos
El maíz Starlink, producido por Aventis, tiene insertada la poderosa toxina Bt (Bacillus thuringiensis). Fue aprobado sólo para alimentación animal debido al temor de provocar alergias en humanos puesto que posee una potente toxina alergénica llamada Cry9C.
En septiembre del año pasado se detectó en Estados Unidos que el maíz Starlink había entrado en la cadena de consumo humano; inicialmente se encontró en los tacos de Kraft y provocó más de 30 casos de personas con alergias por su consumo. Ello llevó a un masivo retiro de los alimentos fabricados con este maíz y grandes pérdidas a los agricultores, almacenadores y procesadores de alimentos.
Posteriormente se detectó en muchos otros productos, lo que originó que se retiraran alrededor de 300 productos del mercado de Estados Unidos por contener este maíz. (Biotech Activists, 25 En. 2001). Se retiraron 2,5 millones de cajas de tacos de maíz y fueron eliminados 350.000 acres de maíz Starlink plantado en Estados Unidos. Las pérdidas por este maíz G.M. ascienden a cerca de un billón de dólares. (Biotech Activists, 25 En. 2001 y Wall Street Journal, 24 En.2001).
Varias encuestas realizadas a la opinión pública en Estados Unidos y Canadá mostraron que entre el 51 por ciento y 60 por ciento estaba en contra de los alimentos MG y que una inmensa mayoría (80-94 por ciento) estaba a favor de un etiquetado de estos productos. En 1999 el 33 por ciento de la superficie cultivada de maíz era MG mientras este año es solamente de 19,5 por ciento, esto sucedió en gran parte por la reacción pública en todo el mundo por el Starlink.
Los alimentos transgénicos en Colombia
En la última década Colombia pasó de ser un país autosuficiente y exportador de alimentos a importador de gran parte de los productos agrícolas que sustentan la seguridad alimentaria. Por ejemplo, hasta inicios de la década del 90 se producía el 95 por ciento del maíz y el 70 por ciento de la soya para consumo doméstico; pero la aguda crisis del sector agropecuario ha hecho colapsar gran parte de la producción agropecuaria nacional. Es así como para el año 2000 la producción nacional de maíz y soya disminuyó dramáticamente y se importaron más del 70 por ciento del maíz y del 80 por ciento de la soya que se consume en el país. Para el año 2000 Colombia fue el sexto país del mundo importador de maíz de Estados Unidos. El gobierno colombiano, frente a la crisis del sector agropecuario, ha realizado la apertura generalizada de las importaciones de los productos básicos de la agricultura y la alimentación.
El consumo de soya transgénica en el país
Debido a la enorme cantidad de maíz, soya y productos derivados que el país esta importando de Estados Unidos, y teniendo en cuenta que ninguna autoridad nacional está tomando medidas de control sobre el origen de estos productos, es muy probable que el maíz y la soya que estamos consumiendo puedan contener un buen porcentaje de productos transgénicos.
Para el caso de Colombia esta situación es preocupante si se tiene en cuenta que no existe una ley nacional de bioseguridad que ejerza un control que permita identificar y evaluar la importación de alimentos GM. Ninguna autoridad nacional competente de los ministerios del Ambiente, de Salud y de Agricultura tienen normas de bioseguridad al respecto. Solamente existe la Resolución 3492/98 del ICA sobre bioseguridad, “que reglamenta la introducción, producción, liberación y comercialización OMG”; (pero sólo de plantas transgénicas de uso agrícola, es decir sólo material reproductivo”. Por lo cual no existe control sobre el 90 por ciento de los OGM que pueden entrar al país, que incluye alimentos y productos derivados de OGM, animales y microorganismos.
Los programas de ayuda alimentaria y alimentos transgénicos
Países como Colombia, Bolivia, Ecuador y Perú están recibiendo, y en muchos casos comprando, soya y maíz procedentes de Estados Unidos para ser distribuidos a través de los programas de ayuda alimentaria, dirigidos especialmente a niños de escasos recursos económicos y a la población más marginada de nuestros países, sin evaluar si es o no MG. Es preocupante saber que la población objetivo de esta ayuda alimentaria son niños que tienen insuficiencia alimentaria, que constituyen la población más vulnerable. Para el caso de Colombia muchos niños de las zonas marginadas su principal dieta diaria es la ración que reciben en los hogares comunitarios y escuelas, la cual su componente básico es soya y “Bienestarina”.
Análisis genético de la soya procedente del programa de ayuda alimentaria de ICBF en Colombia
En Colombia algunas organizaciones de la sociedad civil realizaron la evaluación genética de la soya que se está utilizando en el Plan Nacional de Alimentación y Nutrición adelantado por el Instituto de Bienestar familiar, ICBF. Este programa de ayuda alimentaria está dirigido a la población más pobre del país, especialmente a los niños en las escuelas y hogares comunitarios y se basa en el suministro de un alimento llamado Bienestarina y de fríjol de soya en grano. Actualmente esta soya proviene en su mayoría de Estados Unidos sin ningún control y evaluación. Las pruebas se realizaron en el laboratorio Genetics ID de Estados Unidos.
El resultado del análisis fue: 90 por ciento de la soya es MG; por tal motivo no fue necesario realizar pruebas adicionales a las muestras. No se realizaron pruebas sobre el tipo de variedad MG puesto que actualmente toda la soya que está en el mercado mundial es la variedad Round Ready de Monsanto. Tampoco se efectuaron pruebas sobre el tipo de promotor y marcador genético utilizado puesto que se conoce que la soya RR utiliza el promotor 35S proveniente del virus del Mosaico de la Coliflor y marcadores genéticos que generan resistencia a antibióticos.
¿Ante este panorama qué alternativas se plantean desde la sociedad civil?
Moratoria a la liberación de OGM
Basado en el Principio de precaución se debería establecer en el país una moratoria a la producción, importación y liberación comercial de OGM y productos derivados, incluidos los de uso alimenticio, hasta tanto se tenga una legislación nacional integral que permita garantizar la ausencia total de riesgos e impactos de los OGM. Esta situación se basa en argumentos como: el Protocolo de bioseguridad recientemente adoptado por el CDB es muy débil y con limitada capacidad de control sobre los OGM, la falta de un ley nacional de bioseguridad que incluya el control de todos los OGM, las limitaciones técnicas de nuestros países para evaluar los riesgos e impactos de los OGM y el hecho que Colombia sea uno de los países con mayor biodiversidad del planeta, la cual puede ser afectada por la introducción de OGM.
Legislación nacional sobre bioseguridad
La bioseguridad, por ser un asunto de interés público, de orden nacional y de competencia intersectorial, su legislación debe hacerse a través de una ley nacional “integral” sobre bioseguridad. Se debe incluir a todos los OGM y productos derivados. Igualmente la evaluación de riesgos e impactos sobre el ambiente, la biodiversidad, aspectos productivos, socioeconómicos, seguridad alimentaria y la salud humana. Esta ley debe fundamentarse en el principio de precaución. El Ministerio del Medio Ambiente como autoridad nacional ambiental, en coordinación y con la participación de los ministerios que tienen competencia y de todos los sectores de la sociedad, debe desarrollar la Ley Nacional de Bioseguridad y la conformación del Comité Nacional de Bioseguridad, que tenga carácter decisorio y que incluya a todos los sectores involucrados y los posiblemente afectados.
Etiquetado de OGM
En ejercicio del derecho que tenemos los ciudadanos a un ambiente sano, a la seguridad alimentaria y a la salud humana se debe realizar la separación y el etiquetado de los productos que diferencie los productos MG y los no G.M. Para ello el país debe hacer una Ley o norma sobre el etiquetado de todos los OGM que sean liberados. El etiquetado le permite a los consumidores decidir de forma libre y luego de una información suficiente si aceptan o no el consumo de productos G.M.
Programas nacionales de ayuda alimentaria libre de transgénicos
Se debe garantizar que en los programas nacionales de ayuda alimentaria que se adelanten en el país, dirigidos especialmente hacia la población infantil más vulnerable y desprotegida, se utilicen maíz, soya y otros alimentos de producción nacional, la cual hasta el momento es libre de modificación genética. En el caso que se importen de otros países se requiere hacer los correspondientes análisis genéticos y pruebas toxicológicas para garantizar su completa seguridad.
www.klimanaturali.org
www.megatimes.com.br
En años recientes, a partir de la biotecnología, especialmente mediante las técnicas de ADN recombinante, se hizo posible romper todas las barreras que existen en la reproducción de los seres vivos, permitiendo trasladar o intercambiar características genéticas entre plantas, animales y microorganismos, originando así los llamados “organismos genéticamente modificados (OGM) o transgénicos”. Esta manipulación genética abrió a la industria biotecnológica enormes posibilidades para el uso, manejo y aplicación comercial de los recursos genéticos tanto silvestres como cultivados y sus productos derivados a partir de la manipulación.
¿La biotecnología resolverá el problema del hambre en el mundo?
El argumento más fuerte de la industria para promover la introducción de los transgénicos en el mundo se basa en la premisa de que la única forma de resolver el problema de disponibilidad de alimentos y del hambre en el mundo en el nuevo siglo es mediante las nuevas biotecnologías. Pero si miramos la relación entre el crecimiento de la población versus la producción y disponibilidad de alimentos la población mundial en los últimos 40 años ha aumentado de forma exponencial: si se compara su crecimiento con relación a la producción agrícola mediante la introducción de las tecnologías de la “Revolución Verde” se evidencia una sobreproducción de alimentos, especialmente concentrada en los países del Norte. Pero si se analiza cómo ha sido la disponibilidad de estos alimentos y su distribución por habitante en el planeta se observa que esta última está muy por debajo de la producción mundial.
La diferencia entre producción, acceso y disponibilidad se evidencia en los 800 millones de personas que actualmente sufren hambre en el mundo, lo que indica que el problema de fondo para resolver la situación de hambre en el mundo no es de carácter “tecnológico” sino que es un problema predominantemente político, económico y de distribución y acceso a los alimentos y a los medios productivos.
Estrategias de la industria para introducir OGM
La mayoría de las innovaciones biotecnológicas de la industria están orientadas a la búsqueda de ganancias sin límites y no a respuestas de necesidades que afectan a la mayoría de las poblaciones humanas. Por consiguiente hasta ahora el énfasis de la industria realmente no ha sido resolver los problemas fundamentales de la agricultura y la alimentación del mundo sino el incremento de la rentabilidad. Actualmente las empresas están invirtiendo muchos millones de dólares en la creación de OGM de alto valor comercial, protegidos por rígidos sistemas de derechos de propiedad intelectual (patentes), pero no se quiere invertir dinero para investigar los riesgos y los peligros que pueden generar estos organismos, es decir en la aplicación de medidas de bioseguridad.
¿Qué tanto ha crecido el área cultivada con transgénicos en el mundo?
Se ha presentado un crecimiento exponencial del área cultivada con transgénicos. En el año 1996 se tenían sólo 2,3 millones de hectáreas. En el año 2000 se sembraron 44,2 millones de hectáreas con cultivos transgénicos, de los cuales el 74 por ciento del área plantada (32,7 millones de hectáreas) corresponde a cultivos resistentes a herbicidas con cultivos de soya, maíz, algodón, papa, arroz, sorgo, canola, caña de azúcar, tabaco, tomate, entre otros. De estos, 25,8 millones, es decir el 59 por ciento del área total, se sembró con soya RR de Monsanto resistente a glifosato. Este dato contrasta enormemente con el área de cultivos MG que le introdujo características de mejoramiento de los rasgos de calidad de los alimentos puesto que fue menos del 1 por ciento del área sembrada. Los países con mayores áreas son: Estados Unidos con 30,3 millones de hectáreas, seguido por Argentina con 10,3 millones de hectáreas y Canadá con tres millones de hectáreas. (ISAAA,2000).
¿Quién controla la industria biotecnológica ?
Actualmente no más de 10 empresas transnacionales del Norte controlan el mercado de semillas del mundo; igual situación sucede con los agroquímicos, los productos farmacéuticos y los alimentos. La tendencia es que en los próximos años unas pocas empresas, como Monsanto, Novartis, Aventis o Singenta, controlarán todos los sectores productivos relacionados con los seres vivos.
¿Cuáles son los cultivos que se quieren masificar?
En el año 2000 se sembraron 32,7 millones de hectáreas con cultivos transgénicos resistentes a herbicidas con sólo esta característica o combinada con otra; es decir el 74 por ciento de toda el área cultivada con transgénicos. La estrategia de la industria con estos cultivos es generar más dependencia y consumo del herbicida, que es suministrado con todo el paquete tecnológico amarrado a la semilla, sin importar los riesgos para la salud humana que representa el uso indiscriminado de agroquímicos.
Otro ejemplo son las tecnologías de última generación denominadas “sistema de protección de la biotecnología o protección de genes”, que comúnmente se denominan “Terminator o Traitor”, con las que se pretende crear semillas estériles y plantas dependientes de químicos para expresar sus procesos fisiológicos como germinación, floración, maduración de frutos e incluso la activación o desactivación del sistema inmunológico que hace a una planta susceptible a una enfermedad; estos procesos se controlan a través de la adición al cultivo de un producto químico que controla tales procesos. Para la industria es más rentable producir semillas estériles que se autoprotejan que romperse la cabeza en complejos procesos judiciales y demandas por la violación de sus derechos de propiedad intelectual y por las regalías. Terminator es una tecnología perversa porque rompe con los derechos sobre sus ciclos biológicos y reproductivos de todos los seres vivos y porque además viola el derecho milenario de los agricultores a reproducir, almacenar o intercambiar semillas (RAFI, 1999).
Riesgos e impactos de los organismos transgénicos
De las nuevas biotecnologías, la ingeniería genética es la que mayor preocupación ha generado por los riesgos potenciales de su aplicación, en aspectos relacionados con el ambiente, en las especies involucradas, en la salud, en los sistemas productivos y en la seguridad alimentaria, entre otros. Los grandes riesgos de la ingeniería genética radican precisamente en su poderosa capacidad de interferir en los procesos biológicos, ecológicos y evolutivos, cuyo funcionamiento estamos lejos de comprender y de controlar.
De acuerdo con Rissler y Mellon 1996, entre los riesgos ecológicos más serios que presenta el uso comercial de cultivos transgénicos se destacan: la expansión de los cultivos transgénicos amenaza la diversidad genética. Los cultivos transgénicos con genes resistentes a herbicidas presentan potencialidad de transferencia de estos genes a variedades silvestres o parientes semidomesticados y pueden crear supermalezas. El traslado horizontal y la recombinación de genes entre especies diferentes para crear nuevas razas patogénicas de bacteria y virus más nocivos. Las plagas de insectos desarrollarán rápidamente resistencia a los cultivos que contienen toxinas introducidas genéticamente, entre otros efectos. Miremos con más detalle los posibles riesgos que conllevan los organismos transgénicos:
• En el medio ecosistémico.
No se puede predecir qué sucederá con un organismo transgénico que se introduzca al entorno biofísico puesto que una vez liberado no puede controlarse su comportamiento o sus procesos evolutivos ni la interacción e influencia en otros organismos. El problema es que de la equivocación no se puede dar marcha atrás, puesto que la transgénesis es un proceso irreversible. Por ejemplo, el salmón transgénico crece tres veces más que el salmón normal y tiene una alta capacidad de sobrevivir en el medio acuático. Si se libera en un río o un lago, donde conviven en equilibrio diversos peces, este salmón puede romper este equilibrio, hacer desaparecer los peces más frágiles y alterar toda la cadena trófica del ecosistema.
• Socioeconómicos
Estas tecnologías no son compatibles con las necesidades, expectativas y condiciones ecosistémicas, socioeconómicas y productivas de nuestros países. Generan una dependencia económica de los agricultores de toda la cadena productiva controlada por unas cuantas empresas. El mercado masivo de productos transgénicos puede también colapsar las economías agroexportadoras de los países del Sur, puesto que muchos de los transgénicos se diseñaron para sustituir alimentos que son solamente producidos en países del trópico: caña de azúcar, cacao, vainilla.
• Creación de malezas y aumento en el consumo de herbicidas
Dado que los cultivos transgénicos más utilizados en el mundo son los resistentes a los herbicidas, cabe preguntarnos por ejemplo: ¿Qué pasaría si se introducen papas transgénicas resistentes a herbicidas en la región Andina, que es el centro de origen de la papa, o una variedad de maíz transgénico en México? ¿Podría crearse una supermaleza incontrolable si el gen de resistencia a herbicidas se transfiere a las especies silvestres parientes de estos cultivos? Ese problema no se presentaría en Estados Unidos o en Europa porque allí no existen malezas parientes del maíz ni variedades nativas de papa.
• Creación de nuevos y más potentes patógenos
Las enfermedades y plagas siempre han sido amplificadas por los cambios hacia la agricultura homogénea. Existen evidencias científicas que muestran que los genes introducidos en microorganismos y virus, a través de la transgénesis, pueden mutar, recombinarse, saltar de un organismo a otro y crear nuevos patógenos mucho más agresivos y con mayor espectro de acción. Para el caso de plagas la situación es similar. Por ejemplo, un maíz transgénico con el gen que codifica la toxina de la bacteria Basillus thuringensis (Bt), con el fin de controlar insectos plaga, al igual que sucedió con los insecticidas químicos, los insectos generan rápidamente resistencias a la toxina, perdiéndose así su eficiencia.
• Efectos en la salud
Una de las mayores preocupaciones en el mundo sobre los transgénicos se relaciona con los posibles efectos sobre la salud humana y animal, puesto que no se puede predecir qué va a pasar con los genes manipulados una vez que entran en la cadena alimenticia, hasta llegar a los humanos.
En la construcción genética de un OGM se utilizan bacterias o virus, ya sean como virus promotores o las bacterias como vectores. Se requiere que estos virus y bacterias sean muy activos y agresivos, precisamente porque se necesita que tengan la capacidad de traspasar las barreras naturales de las células y bloquear su sistema inmunológico, el cual es capaz de inactivar elementos extraños que perturban su funcionamiento normal.
No hay estudios que muestren qué puede suceder al consumir, por ejemplo, papa transgénica que tiene incorporados los siguientes genes: un gen de resistencia a los antibióticos como marcador genético, un gen de resistencia a los herbicidas y un gen promotor proveniente del virus: virus del Mosaico de la coliflor (VMoCo). No se conoce verdaderamente si a través de la flora microbiana del intestino se puede transferir el gen de la resistencia a antibióticos o si puedan ocurrir mutaciones o interacciones entre los virus utilizados en la transferencia de genes y los virus patógenos que afectan el organismo.
La mayor preocupación respecto a los efectos en la salud de los alimentos transgénicos se relaciona con los genes que se utilizan en la construcción genética. En la transferencia de genes se utilizan vectores, genes promotores y genes marcadores que provienen de virus y bacterias. Los virus más usados como retrovirus y virus en Mosaico pueden causar cáncer y otras enfermedades. La recombinación de transgenes puede generar virus más agresivos e infecciosos. Algunos aspectos relacionados con estos genes son los siguientes:
1. Marcadores genéticos: generan resistencia a los antibióticos
Los genes marcadores se usan para la identificación de los casos exitosos en la transferencia de genes. Son virus o bacterias (atenuadas, mutiladas) que generan resistencia a los antibióticos. Estos genes no se desintegran fácilmente por la preparación de alimentos y en el tracto digestivo; son muy pequeños (858 pares de bases); el gen marcador queda como desecho; es difícil y costoso retirarlo.
Existe una gran preocupación mundial por la posibilidad de que estos genes marcadores que generan resistencia a los antibióticos se transfieran en el intestino de las personas y animales desde los alimentos G.M a la flora microbiana y luego se incorporen al organismo, agravando aun más el problema de salud pública de resistencia a los antibióticos. Numerosos científicos en el mundo han solicitado que se retire de la manipulación genética el uso de este tipo de marcadores, incluso algunos países europeos ya han prohibido su utilización.
2. Promotores virales: virus del Mosaico de la Coliflor (CaMoV)
El gen promotor es el que inicia la transcripción del ADN. Hace que el gen se exprese muchas veces y continuamente (hasta 1.000 veces). Es la torre de control en la expresión de los genes introducidos. Multiplica la proteína, pone al gen por fuera del sistema regulatorio genético y lo fuerza a sobreproducir la proteína. Promueve la transferencia génica horizontal y genera estrés en la planta, produciéndole un enorme desgaste al intentar corregir el error.
El CaMoV es el promotor más usado en transferencia de genes: (soya RR, maíz Bt. y otros). Es un pararretrovirus, parecido al virus de la hepatitis B y relacionado con el VIH (virus del sida). Los virus en Mosaico son potencialmente muy peligrosos puesto que pueden generar múltiples enfermedades. Poseen alta capacidad de saltar las barreras entre especies y para desactivar las defensas que inactivan o destruyen genes extraños pueden recombinarse con otros virus y generar virus más infecciosos.
El caso del maíz Starlink en Estados Unidos
El maíz Starlink, producido por Aventis, tiene insertada la poderosa toxina Bt (Bacillus thuringiensis). Fue aprobado sólo para alimentación animal debido al temor de provocar alergias en humanos puesto que posee una potente toxina alergénica llamada Cry9C.
En septiembre del año pasado se detectó en Estados Unidos que el maíz Starlink había entrado en la cadena de consumo humano; inicialmente se encontró en los tacos de Kraft y provocó más de 30 casos de personas con alergias por su consumo. Ello llevó a un masivo retiro de los alimentos fabricados con este maíz y grandes pérdidas a los agricultores, almacenadores y procesadores de alimentos.
Posteriormente se detectó en muchos otros productos, lo que originó que se retiraran alrededor de 300 productos del mercado de Estados Unidos por contener este maíz. (Biotech Activists, 25 En. 2001). Se retiraron 2,5 millones de cajas de tacos de maíz y fueron eliminados 350.000 acres de maíz Starlink plantado en Estados Unidos. Las pérdidas por este maíz G.M. ascienden a cerca de un billón de dólares. (Biotech Activists, 25 En. 2001 y Wall Street Journal, 24 En.2001).
Varias encuestas realizadas a la opinión pública en Estados Unidos y Canadá mostraron que entre el 51 por ciento y 60 por ciento estaba en contra de los alimentos MG y que una inmensa mayoría (80-94 por ciento) estaba a favor de un etiquetado de estos productos. En 1999 el 33 por ciento de la superficie cultivada de maíz era MG mientras este año es solamente de 19,5 por ciento, esto sucedió en gran parte por la reacción pública en todo el mundo por el Starlink.
Los alimentos transgénicos en Colombia
En la última década Colombia pasó de ser un país autosuficiente y exportador de alimentos a importador de gran parte de los productos agrícolas que sustentan la seguridad alimentaria. Por ejemplo, hasta inicios de la década del 90 se producía el 95 por ciento del maíz y el 70 por ciento de la soya para consumo doméstico; pero la aguda crisis del sector agropecuario ha hecho colapsar gran parte de la producción agropecuaria nacional. Es así como para el año 2000 la producción nacional de maíz y soya disminuyó dramáticamente y se importaron más del 70 por ciento del maíz y del 80 por ciento de la soya que se consume en el país. Para el año 2000 Colombia fue el sexto país del mundo importador de maíz de Estados Unidos. El gobierno colombiano, frente a la crisis del sector agropecuario, ha realizado la apertura generalizada de las importaciones de los productos básicos de la agricultura y la alimentación.
El consumo de soya transgénica en el país
Debido a la enorme cantidad de maíz, soya y productos derivados que el país esta importando de Estados Unidos, y teniendo en cuenta que ninguna autoridad nacional está tomando medidas de control sobre el origen de estos productos, es muy probable que el maíz y la soya que estamos consumiendo puedan contener un buen porcentaje de productos transgénicos.
Para el caso de Colombia esta situación es preocupante si se tiene en cuenta que no existe una ley nacional de bioseguridad que ejerza un control que permita identificar y evaluar la importación de alimentos GM. Ninguna autoridad nacional competente de los ministerios del Ambiente, de Salud y de Agricultura tienen normas de bioseguridad al respecto. Solamente existe la Resolución 3492/98 del ICA sobre bioseguridad, “que reglamenta la introducción, producción, liberación y comercialización OMG”; (pero sólo de plantas transgénicas de uso agrícola, es decir sólo material reproductivo”. Por lo cual no existe control sobre el 90 por ciento de los OGM que pueden entrar al país, que incluye alimentos y productos derivados de OGM, animales y microorganismos.
Los programas de ayuda alimentaria y alimentos transgénicos
Países como Colombia, Bolivia, Ecuador y Perú están recibiendo, y en muchos casos comprando, soya y maíz procedentes de Estados Unidos para ser distribuidos a través de los programas de ayuda alimentaria, dirigidos especialmente a niños de escasos recursos económicos y a la población más marginada de nuestros países, sin evaluar si es o no MG. Es preocupante saber que la población objetivo de esta ayuda alimentaria son niños que tienen insuficiencia alimentaria, que constituyen la población más vulnerable. Para el caso de Colombia muchos niños de las zonas marginadas su principal dieta diaria es la ración que reciben en los hogares comunitarios y escuelas, la cual su componente básico es soya y “Bienestarina”.
Análisis genético de la soya procedente del programa de ayuda alimentaria de ICBF en Colombia
En Colombia algunas organizaciones de la sociedad civil realizaron la evaluación genética de la soya que se está utilizando en el Plan Nacional de Alimentación y Nutrición adelantado por el Instituto de Bienestar familiar, ICBF. Este programa de ayuda alimentaria está dirigido a la población más pobre del país, especialmente a los niños en las escuelas y hogares comunitarios y se basa en el suministro de un alimento llamado Bienestarina y de fríjol de soya en grano. Actualmente esta soya proviene en su mayoría de Estados Unidos sin ningún control y evaluación. Las pruebas se realizaron en el laboratorio Genetics ID de Estados Unidos.
El resultado del análisis fue: 90 por ciento de la soya es MG; por tal motivo no fue necesario realizar pruebas adicionales a las muestras. No se realizaron pruebas sobre el tipo de variedad MG puesto que actualmente toda la soya que está en el mercado mundial es la variedad Round Ready de Monsanto. Tampoco se efectuaron pruebas sobre el tipo de promotor y marcador genético utilizado puesto que se conoce que la soya RR utiliza el promotor 35S proveniente del virus del Mosaico de la Coliflor y marcadores genéticos que generan resistencia a antibióticos.
¿Ante este panorama qué alternativas se plantean desde la sociedad civil?
Moratoria a la liberación de OGM
Basado en el Principio de precaución se debería establecer en el país una moratoria a la producción, importación y liberación comercial de OGM y productos derivados, incluidos los de uso alimenticio, hasta tanto se tenga una legislación nacional integral que permita garantizar la ausencia total de riesgos e impactos de los OGM. Esta situación se basa en argumentos como: el Protocolo de bioseguridad recientemente adoptado por el CDB es muy débil y con limitada capacidad de control sobre los OGM, la falta de un ley nacional de bioseguridad que incluya el control de todos los OGM, las limitaciones técnicas de nuestros países para evaluar los riesgos e impactos de los OGM y el hecho que Colombia sea uno de los países con mayor biodiversidad del planeta, la cual puede ser afectada por la introducción de OGM.
Legislación nacional sobre bioseguridad
La bioseguridad, por ser un asunto de interés público, de orden nacional y de competencia intersectorial, su legislación debe hacerse a través de una ley nacional “integral” sobre bioseguridad. Se debe incluir a todos los OGM y productos derivados. Igualmente la evaluación de riesgos e impactos sobre el ambiente, la biodiversidad, aspectos productivos, socioeconómicos, seguridad alimentaria y la salud humana. Esta ley debe fundamentarse en el principio de precaución. El Ministerio del Medio Ambiente como autoridad nacional ambiental, en coordinación y con la participación de los ministerios que tienen competencia y de todos los sectores de la sociedad, debe desarrollar la Ley Nacional de Bioseguridad y la conformación del Comité Nacional de Bioseguridad, que tenga carácter decisorio y que incluya a todos los sectores involucrados y los posiblemente afectados.
Etiquetado de OGM
En ejercicio del derecho que tenemos los ciudadanos a un ambiente sano, a la seguridad alimentaria y a la salud humana se debe realizar la separación y el etiquetado de los productos que diferencie los productos MG y los no G.M. Para ello el país debe hacer una Ley o norma sobre el etiquetado de todos los OGM que sean liberados. El etiquetado le permite a los consumidores decidir de forma libre y luego de una información suficiente si aceptan o no el consumo de productos G.M.
Programas nacionales de ayuda alimentaria libre de transgénicos
Se debe garantizar que en los programas nacionales de ayuda alimentaria que se adelanten en el país, dirigidos especialmente hacia la población infantil más vulnerable y desprotegida, se utilicen maíz, soya y otros alimentos de producción nacional, la cual hasta el momento es libre de modificación genética. En el caso que se importen de otros países se requiere hacer los correspondientes análisis genéticos y pruebas toxicológicas para garantizar su completa seguridad.
www.klimanaturali.org
www.megatimes.com.br