Contexto Histórico del Descubrimiento de Costa Rica

Contexto Histórico del Descubrimiento de Costa Rica: Inicio de la Conquista en América

Contexto histórico del Descubrimiento de Costa RicaLa exploración del mundo moderno dio inicio con el descubrimiento de un nuevo mundo, en el año de 1492. Desde la Edad Media los relatos acerca de los viajes legendarios del aventurero veneciano Marco Polo y sus aventuras en el lejano oriente alimentaban la imaginación del hombre común. En realidad, estos viajes, protagonizados en el siglo XIII, tenían su fundamento en el desarrollo del comercio entre los puertos mediterráneos de las así llamadas Ciudades-Estado de Venecia y Génova, las que habían establecido una serie de pequeñas colonias mercantiles o “Factorías”, dando origen al capital comercial proveniente del intercambio de productos exóticos de la India y China, a cambio de metales preciosos que los europeos importaban de los ricos mercados beduinos del norte de Africa1[1]. A esta ruta comercial se le llamó “La Ruta de las Especias”.

Pero en el siglo XV se dieron diversos factores que hicieron cambiar radicalmente el esquema político y económico de Europa. El primero de los factores corresponde a la toma del antiguo Imperio cristiano de Bizancio o Constantinopla, ubicado en la actual ciudad turca de Estambul, por parte de los turcos otomanos, restringiendo el paso de los viajeros europeos que iban a Asia. Un segundo factor involucra a Portugal, nación que por iniciativa de su rey Enrique, llamado el navegante, aliado con los ricos comerciantes de productos asiáticos, decide iniciar una ruta marítima que los llevaría hasta las riquezas de Cipango y Cathay. Las mejoras logradas en la navegación, merced a una mayor solidez en la construcción de las naves de madera, el empleo de la brújula y el astrolabio, instrumentos que permitían fijar la posición de la nave en alta mar, así como el uso de los portulanos y cartas náuticas, posibilitaron el que los portugueses comenzaran la “oleada de descubrimientos” en pos de la ruta de la especearía.

La exploración portuguesa por el Atlántico generó un clima de expectación en toda Europa, por lo que el hallar otra ruta que condujese a Asia se convirtió en una prioridad para otros reinos como los ibéricos de Castilla y Aragón, el de Francia y el de Holanda.

 Los adelantos de los portugueses en materia de navegación provocaron que muchos cartógrafos europeos se dedicaran a elaborar mapas actualizados que incluían los nuevos territorios descubiertos. Uno de los más connotados cosmógrafos de la época era el alemán Martín Behaim, quien confeccionó un mapamundi que se convirtió en el punto de referencia obligado para toda clase de teorías respecto de las dimensiones reales y forma del planeta Tierra. Según Behaim, era factible establecer una ruta hacia el continente asiático por el oeste, tocando el punto terrestre más cercano en línea recta desde las Canarias en una isla llamada Antilia o Antilla, desde donde se pasaba a Cipango, actual Japón y luego al destino final en la India. Las distancias que separaban el extremo occidental del oriental aparecían muy disminuidas con respecto a las dimensiones reales. El cartógrafo alemán basaba sus conclusiones en los trabajos del astrónomo y geógrafo italiano Paolo Toscanelli, cuyos cálculos indicaban que el diámetro de la circunferencia terrestre era un tercio menor de su tamaño verdadero, lo que otorgaba un 25 % menos de esfericidad al globo terráqueo.

En este contexto de nuevas rutas marítimas y teorías acerca de las dimensiones del planeta Tierra es que aparece la figura histórica de Cristóbal Colón. Nacido en el año 1451 en la Ciudad-Estado de Génova. De origen humilde, apenas si pudo aprender a leer y escribir en forma rudimentaria su lengua materna antes de embarcarse por primera vez en una de las tantas naves que cruzaban el azul Mediterráneo, transportando mercancías entre los puertos italianos, alemanes, franceses y españoles. En el año 1478, con veinticinco años de edad y una considerable experiencia como marino mercante, arriba a Lisboa, contrayendo matrimonio con la hija de un respetado navegante quien era capitán general de la isla de Porto Santo, sitio en el que decidió quedarse dedicado a un nuevo oficio, al trazado de cartas náuticas y venta de libros, labor en la que también participaba su hermano Bartolomé.

Creyéndose lo suficientemente instruido en cosmografía y marinería, hizo suya la teoría de Toscanelli, elaborando un plan de navegación para llegar a Cipango y Cathay desde las costas europeas por el oeste. Según el plan, la distancia que separaba a las Islas Canarias de Cipango era de 5.762 Km, cuando en realidad es de 18.000 Km, esto es, 12.238 Km. más de lo que suponía Colón.  Aunque los casi seis mil kilómetros que contemplaba el plan colombino representaban un formidable reto para cualquier marino europeo, la verdadera distancia que separa Europa de Asia era sencillamente imposible de cubrir con la tecnología y los recursos de que disponían los marinos del siglo XV.

Sin darse cuenta de sus errores técnicos, Cristóbal Colón presentó su plan ante el Rey de Portugal, quien lo rechazó por ser totalmente inviable, yendo entonces a la corte de los reyes católicos Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, donde topó con la misma respuesta negativa y por las mismas razones. Sin embargo, tres años después de su primer fracaso y gracias a la intercesión del monje confesor de la Reina Isabel, quien hizo amistad con Colón en el Convento de Santa María de la Rávida, el futuro descubridor de  América tuvo su segunda oportunidad de convencer a sus majestades de las bondades de su plan.

Después de escuchar con atención los planteamientos de Colón, apoyado solidariamente por la Reina, el Rey Fernando finalmente acepta avalar la expedición por la ruta del oeste, concediéndole los títulos de Almirante de la Mar Océana y Virrey de todas las tierras descubiertas en Asia. Luego de firmar un pergamino conteniendo los términos del trato entre las partes y el permiso real correspondiente, el marino genovés se aboca a buscar el financiamiento necesario, consiguiendo que los prestamistas judíos de Valencia le otorguen el dinero con el cual iniciar los preparativos para emprender el viaje.

Al cabo de varios meses de búsqueda en puertos y astilleros, don Cristóbal encuentra en el puerto lacustre de Palos, Municpio de Moguer, en Sevilla, a los hermanos Martín Alonso y Vicente Yáñez Pinzón, quienes gozaban de enorme fama de grandes navegantes. Fue gracias a la fama y buen nombre de los hermanos Pinzón que finalmente pudo comprarse los 3 barcos con los que se realizó el primer viaje descubridor, así como se logró contratarse un total de 90 hombres para integrar las 3 tripulaciones de la Pinta, La Niña y la Santa María.

Por fín, el 03 de agosto de 1492 zarpan las tres embarcaciones solitarias con rumbo oeste, atravesando el Océano Atlántico, noventa hombres desesperados a bordo de las frágiles naves de madera y velas. Después de treinta y cinco días de navegar sin divisar tierra firme, en las primeras horas del amanecer del Viernes 12 de octubre, cerca de las dos de la madrugada, la expedición colombina tocó tierra en el lugar que Colón creía era Cipango. En realidad, la tierra a la que llegaban aquellos marinos fue Isla Watting, bautizada por el propio Colón al momento del desembarco como San Salvador. Convencido de haber arribado al Imperio del Gran Khan, el Almirante decidió continuar la exploración con rumbo este, descubriendo Haití o Santo Domingo, la que llamó La Española, en donde fundó una guarnición militar: El Fuerte Navidad.

Luego de concluido el primer viaje en marzo de 1493, Cristóbal Colón efectuó tres viajes más entre 1493 y 1502, llegando a descubrir las costas continentales de Centro y Sudamérica. No obstante, fue en su cuarto viaje, cuando exploraba la costa centroamericana que llegó a La Veragua, región situada entre el Cabo de Gracias a Dios en Honduras y el Golfo del Darién, en Panamá. En setiembre de 1502, los navíos de Colón arribaron a Cariay, actual Puerto Limón, anclando frente a la islita Quiribrí, hoy denominada La Uvita; siendo recibidos de forma amistosa por la étnia aborigen de los Tariacas, residentes habituales de la región.

Teniendo como marco esplendoroso la exuberante naturaleza caribeña y quedando asombrado por los ornamentos de oro que exhibían los indígenas en el pecho y brazos, Colón imaginó que estaba no sólo en presencia de los súbditos del Gran Khan de China, sino que tenía en frente las tierras más ricas que europeo alguno hubiese visto jamás. Tanta fue la impresión del Almirante, que llamó a esa tierra como “la costa rica de veragua”, siendo ese el origen del nombre de la actual República de Costa Rica. 

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