Patrimonio Cultural Colonial de Costa Rica
Como se verá en el Bloque Temático VI, el patrimonio tangible inmueble está constituido por los lugares, sitios, edificaciones, obras de ingeniería, industriales, arquitectónicos, típicas y monumentos de interés o valor relevante desde el punto de vista centros conjuntos zonas arquitectónico, arqueológico, histórico, artístico o científico, reconocidos y registrados como tales. Estos bienes culturales inmuebles son obras o producciones humanas que no pueden ser trasladadas de un lugar a otro, ya sea porque son estructuras (por ejemplo, un edificio), o porque están en inseparable relación con el terreno (por ejemplo, un sitio arqueológico).
Por su parte, el patrimonio intangible está constituido por aquella parte invisible que reside en espíritu mismo de las culturas. El patrimonio cultural no se limita a las creaciones materiales. Existen sociedades que han concentrado su saber y sus técnicas, así como la memoria de sus antepasados, en la tradición oral. La noción de patrimonio intangible o inmaterial prácticamente coincide con la de cultura, entendida en sentido amplio como "el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social" y que, "más allá de las artes y de las letras", engloba los "modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias". A esta definición hay que añadir lo que explica su naturaleza dinámica, la capacidad de transformación que la anima, y los intercambios interculturales en que participa. Está constituido, entre otros elementos, por la poesía, los ritos, los modos de vida, la medicina tradicional, la religiosidad popular y las tecnologías tradicionales de nuestra tierra. Integran la cultura popular las diferentes lenguas, los modismos regionales y locales, la música y los instrumentos musicales tradicionales, las danzas religiosas y los bailes festivos, los trajes de cada región, la cocina, los mitos y leyendas; las adivinanzas y canciones de cuna; los cantos de amor y villancicos; los dichos, juegos infantiles y creencias mágicas.
Considerando lo anterior, el legado cultural dejado por el período colonial costarricense hay que circunscribirlo estrictamente al contexto socio cultural del Valle Central o Meseta Central, dado que fue dentro del entorno meseteño que se forjó la historia cultural y los rasgos de identidad del Ser Costarricense. En este sentido hay que recordar que la región de Guanacaste comenzó a integrarse lentamente a finales del siglo XVIII y principios del XIX, con el intercambio comercial ganadero y sobre todo debido a la incorporación del Partido de Nicoya al Estado libre de Costa Rica, en 1824. Por su parte, la rica cultura afro caribeña limonense tuvo su inserción en la sociedad costarricense a partir de la construcción del Ferrocarril al Atlántico, inaugurado en 1890, de manera que constituye un fenómeno socio-cultural del siglo XX. Otras étnias y culturas como la china, ha convivido con los costarricenses desde finales del siglo XIX. Pero nunca llegó a integrarse, sino que ha mantenido su patrón cultural oriental prácticamente inalterable.
La cultura colonial del Valle Central generó un patrimonio cultural de tipo fundamentalmente intangible, es decir, basado en tradiciones, costumbres, rituales, trajes, comidas y todos aquellos elementos de identidad que no son estructuras o inmuebles. Por el contrario, la inexistencia de una ostentosa aristocracia terrateniente latifundista, provocó que tampoco se construyeran lujosas mansiones que sobrevivieran al paso del tiempo; al extremo que en la actualidad no se conserva ninguna edificación que represente el lujoso estilo arquitectónico hispano colonial, como si ocurre en países como Guatemala, México o Perú. Solamente unos cuantos edificios religiosos, declarados como Patrimonio Nacional, pueden observarse actualmente: El Convento de Orosi y las Ruinas de la Iglesia de Ujarrrás. En Guanacaste se conserva la Iglesia de San Blas de Nicoya, la cual no es propiamente del período colonial, así como algunas casonas coloniales en Liberia. No obstante, hay que recordar que este patrimonio histórico- arquitectónico no corresponde al mismo patrón socio-histórico del Valle Central.
El patrimonio cultural intangible heredado por la Colonia estuvo ligado directa o indirectamente con la religión. Las fechas de conmemoración de la Iglesia Católica determinaron actividades tales como Te Deums (misas), procesiones en Semana Santa, desfiles, ferias populares o “Fiestas Patronales”, torneos a caballo, lidia de toros o “corridas de toros”, comidas, bailes, etc. Cada población desarrolló una identidad propia relacionada con su patrimonio cultural, puesto que sus costumbres, recursos y hasta su Santo Patrono variaban notablemente de una comunidad a otra.
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www.klimanaturali.org
Por su parte, el patrimonio intangible está constituido por aquella parte invisible que reside en espíritu mismo de las culturas. El patrimonio cultural no se limita a las creaciones materiales. Existen sociedades que han concentrado su saber y sus técnicas, así como la memoria de sus antepasados, en la tradición oral. La noción de patrimonio intangible o inmaterial prácticamente coincide con la de cultura, entendida en sentido amplio como "el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social" y que, "más allá de las artes y de las letras", engloba los "modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias". A esta definición hay que añadir lo que explica su naturaleza dinámica, la capacidad de transformación que la anima, y los intercambios interculturales en que participa. Está constituido, entre otros elementos, por la poesía, los ritos, los modos de vida, la medicina tradicional, la religiosidad popular y las tecnologías tradicionales de nuestra tierra. Integran la cultura popular las diferentes lenguas, los modismos regionales y locales, la música y los instrumentos musicales tradicionales, las danzas religiosas y los bailes festivos, los trajes de cada región, la cocina, los mitos y leyendas; las adivinanzas y canciones de cuna; los cantos de amor y villancicos; los dichos, juegos infantiles y creencias mágicas.
Considerando lo anterior, el legado cultural dejado por el período colonial costarricense hay que circunscribirlo estrictamente al contexto socio cultural del Valle Central o Meseta Central, dado que fue dentro del entorno meseteño que se forjó la historia cultural y los rasgos de identidad del Ser Costarricense. En este sentido hay que recordar que la región de Guanacaste comenzó a integrarse lentamente a finales del siglo XVIII y principios del XIX, con el intercambio comercial ganadero y sobre todo debido a la incorporación del Partido de Nicoya al Estado libre de Costa Rica, en 1824. Por su parte, la rica cultura afro caribeña limonense tuvo su inserción en la sociedad costarricense a partir de la construcción del Ferrocarril al Atlántico, inaugurado en 1890, de manera que constituye un fenómeno socio-cultural del siglo XX. Otras étnias y culturas como la china, ha convivido con los costarricenses desde finales del siglo XIX. Pero nunca llegó a integrarse, sino que ha mantenido su patrón cultural oriental prácticamente inalterable.
La cultura colonial del Valle Central generó un patrimonio cultural de tipo fundamentalmente intangible, es decir, basado en tradiciones, costumbres, rituales, trajes, comidas y todos aquellos elementos de identidad que no son estructuras o inmuebles. Por el contrario, la inexistencia de una ostentosa aristocracia terrateniente latifundista, provocó que tampoco se construyeran lujosas mansiones que sobrevivieran al paso del tiempo; al extremo que en la actualidad no se conserva ninguna edificación que represente el lujoso estilo arquitectónico hispano colonial, como si ocurre en países como Guatemala, México o Perú. Solamente unos cuantos edificios religiosos, declarados como Patrimonio Nacional, pueden observarse actualmente: El Convento de Orosi y las Ruinas de la Iglesia de Ujarrrás. En Guanacaste se conserva la Iglesia de San Blas de Nicoya, la cual no es propiamente del período colonial, así como algunas casonas coloniales en Liberia. No obstante, hay que recordar que este patrimonio histórico- arquitectónico no corresponde al mismo patrón socio-histórico del Valle Central.
El patrimonio cultural intangible heredado por la Colonia estuvo ligado directa o indirectamente con la religión. Las fechas de conmemoración de la Iglesia Católica determinaron actividades tales como Te Deums (misas), procesiones en Semana Santa, desfiles, ferias populares o “Fiestas Patronales”, torneos a caballo, lidia de toros o “corridas de toros”, comidas, bailes, etc. Cada población desarrolló una identidad propia relacionada con su patrimonio cultural, puesto que sus costumbres, recursos y hasta su Santo Patrono variaban notablemente de una comunidad a otra.
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