Tiwanaku (Tiahuanaco), Los Mitos de Origen y Formación del Estado
Tiwanaku (Tiahuanaco)
Tiwanaku: bases productivas y tecnología. Esta cultura, para su mejor comprensión, ha sido dividida en tres grandes épocas de acuerdo a su desarrollo histórico y social: se denominan Período Aldeano, Período Urbano y Período Expansivo. El primer período, contemporáneo a Wankarani y Chiripa, se inicia después del año mil a. C, con los primeros asentamientos humanos en el sitio de Tiwanaku y dura hasta poco antes de nuestra era.
Entre los siglos II y I a.C. se desarrolla en la zona occidental del lago Titicaca la cultura Pucará (Perú). A comienzos de nuestra era nace en Tiwanaku un gran centro religioso en el cual existe una población estratificada en clases sociales. En este período, que podemos llamar urbano, empieza a definirse la formación de un estado que trasciende los límites de la ciudad. La producción agrícola tiene excedentes que sirven para sostener a la aristocracia dominante: a los sacerdotes y a los guerreros. Aparecen artesanos especializados tanto en cerámica como en metalurgia. - See more at: http://www.educa.com.bo/periodo-prehispanico/tihuanaco#sthash.zfkA71e4.dpuf
En este período nacen otras ciudades y centros como Ojje, a orillas del lago Titicaca, Konko - Wankani, cerca del actual pueblo de Jesús de Machaca, y Lucurmata cercana a las tierras que se cultivan por medio de “camellone” o zanjas transversales que permiten retener el agua de las lluvias para asegurar el cultivo en tiempo seco, también se crearon pequeñas lagunas artificiales. Los “camellones” reciben el nombre aimara de suka - kollus. Su subsistencia se basaba en el pastoreo y el cultivo de la patata la cual una vez deshidratada podía conservarse por largo tiempo, para la obtención de diversos productos se establecieron enclaves en los valles subtropicales y con la costa donde existían centros tan importantes como San Pedro de Atacama. La domesticación de la llama les permitió crear caravanas que posibilitaron el transporte de los diferentes productos. Finalmente los Tiwanakutas explotan diferentes metales y mediante la amalgamación del cobre con el estaño obtienen el bronce logrando así una superioridad técnica sobre los otros pueblos que aun no lo conocían.
El período urbano dura hasta el siglo séptimo de nuestra era. Para esta fecha se había iniciado la expansión del estado Tiwanakuta que tuvo diversas modalidades, según se realizara en zonas con una cultura propia, muy desarrollada, o en zonas de poca tradición cultural. En el primer caso, como aconteció en la sierra central y en la costa del Perú, se produce un mestizaje cultural que une las características Tiwanakutas a las locales ya existentes; además, hay localidades estrechamente relacionadas con Tiwanaku, como Huari, cerca de Ayacucho, ciudad que llegó a ser uno de los centros más poderosos de la expansión Tiwanakuide. Sobre Huari actuaron tanto Tiwanaku como las influencias costeñas de Nazca; así la difusión Tiwanakuide sobre el área andina se realizó desde dos puntos: Huari al norte, que se expandió sobre las culturas de la costa desde Moche hasta Nazca; y al sur Tiwanaku que se expandió hasta Cochabamba, llegó a Moquegua y el desierto de Atacama.
Entre los siglos VII y VIII d. C, Tiwanaku se convirtió en el punto central de redes de relaciones activas establecidas con otras conformaciones sociales y otros centros urbanos. Es a partir de entonces que se puede hablar de Tiwanaku como un Estado que gravitaba cada vez con más fuerza sobre diferentes grupos, atrayéndolos e incluyéndolos en su órbita durante más de medio milenio, antes de su disgregación a principios del siglo XII.
En el siglo XIII el colapso de Tiwanaku fue inevitable y esta cultura desaparece dejando en la región una serie de grupos humanos, muchas veces en pugna entre sí, los que se con el nombre de los “Señoríos Collas”; están formalmente caracterizados por sus enterramientos en forma de chullpas y sus pucaras.
Tiwanaku en los mitos de Origen
Los datos más antiguos, recogidos por cronistas españoles durante los siglos XVI y XVII, se refieren a Tiwanaku como el lugar de origen de las más importantes culturas andinas, incluyendo a los incas. Tiwanaku también aparece en muchos mitos de origen de la humanidad, en ellos se relata que fue el lugar donde nació la humanidad después de un cataclismo. Diferentes cronistas españoles de los siglos XVI y XVII (Cobo (1653), Betanzos (1551), Sarmiento de Gamboa (1572), Molina (1553), (Acosta 1588-1590) recogieron mitos que nos permiten conocer relatos de la creación mítica del mundo y de la humanidad en Tiwanaku. Un mito difundido por el jesuita Bernabé Cobo a fines del siglo XVI cuenta que cuando cesó el diluvio en el que habría muerto toda la humanidad, las primeras tierras que asomaron entre las aguas fueron las islas del lago Titicaca. El mito dice que, desde allí, Viracocha, el creador, ordenó al Sol que subiera desde la isla hacia los cielos. Después, se dirigió a Tiwanaku, donde hizo de barro a la nueva humanidad, a “todas las naciones que hay en esta tierra, pintando a cada una el traje y vestido que habría de tener” y también la lengua que se hablaría en cada grupo. Después ordenó que toda su creación se sumergiera debajo de la tierra y que los humanos, ya separados por “naciones”, surgieran de los suelos, de las oquedades de los cerros y de las fuentes. El mito muestra a Tiwanaku como el sitio de creación de la humanidad y también los lugares del paisaje de donde míticamente surgió la vida (interior de los cerros, suelo, fuentes, pakarinas); estos lugares recibieron culto como sitios sagrados (waka) y estuvieron relacionados con el origen de diferentes grupos, cada uno con su propia vestimenta emblemática y su idioma.
La Formación del Estado Tiwanaku
Varias hipótesis surgieron a lo largo del tiempo para explicar qué fue Tiwanaku y cómo se fue desarrollando desde una etapa formativa hasta llegar a tener las características que definieron su época de mayor esplendor, como un Estado que marcó con su presencia a toda una región durante una larga etapa de la historia. Usamos la palabra Estado en su sentido más general, como la institucionalización de poder, con el desarrollo de jerarquías políticas y económicas.
Algunas teorías plantean que el Estado se desarrolló a partir de unidades sociales centrales (a las que posiblemente hoy en el contexto centro Sur andino llamaríamos ayllus) grupos de familias con relaciones de parentesco, descendientes de un mismo antepasado, con tierras de propiedad común. En un proceso de larga duración, grupos sociales locales con estas características habrían ido creciendo y fortaleciéndose políticamente, a tiempo que su producción económica comenzaba a tener excedentes. Alrededor del siglo V a.C. surgieron las primeras aldeas y centros ceremoniales. Diferentes unidades comenzaron posiblemente a conectarse por medio de alianzas familiares e intercambios, y se habrían ido formando unidades políticas mayores, dando también origen a centros urbanos y ceremoniales más complejos.
En un momento de la historia, la antigua aldea -y luego centro urbano- de Tiwanaku se habría convertido en el núcleo de una organización en la que confluyeron otras sociedades de toda la zona, iniciándose así, la formación estatal. El nacimiento de Tiwanaku como Estado se produjo posiblemente cuando las sociedades de finales del Formativo se estabilizaron económicamente y diversificaron su producción. Con el surgimiento de nuevas especializaciones, excedentes y riqueza, las comunidades locales se habrían articulado entre sí para reforzar estos logros, generando nuevas divisiones de trabajo y una mayor complejidad social. Las actividades económicas posiblemente también generaron nuevas estructuras de poder, al requerir de planificación, coordinación y ejecución de nuevas tareas, organización que recayó en determinados sectores de la población, estableciéndose relaciones esencialmente diferentes a las basadas en el parentesco que se habían desarrollado en las sociedades anteriores (Kolata, 1993). Otros investigadores, como Mathews (1997), resaltan la importancia de una organización que habría dirigido las actividades agrícolas en el proceso del surgimiento del Estado de Tiwanaku, idea que ya había sido planteada con anterioridad por Ponce Sanginés (1981), quien considera que el aparato estatal no surge automáticamente por la mera diferencia de clases, sino por una voluntad, una decisión grupal de apoderarse del poder, de dominar sobre otros. D. Browman (1981) postula que las redes de intercambio existentes habrían originado estrategias basadas en el control de la producción en diferentes ecologías y en la movilidad interzonal y que de esta manera Tiwanaku se habría convertido en un “centro industrial” con productos que llegaban hasta el núcleo, produciendo bienes que tenían demanda en diferentes regiones; su influencia política se habría expandido a través de la economía por las extensas redes de intercambio comercial. De igual manera, es posible que Tiwanaku haya sido también parte del llamado “modelo de movilidad giratoria”, formado por un conjunto de rutas fijas de recorrido de caravanas que unían lugares de asentamiento en diferentes pisos ecológicos.
Albarracín considera que el antiguo principio de las sociedades de esta región, consistente en jerarquías inclusivas locales (organización en dos “parcialidades”, cada una dividida a su vez en entidades menores; y en la otra dirección, la inclusión de las unidades mayores en conexión con otros grupos de nivel similar) habría llevado al desarrollo de diferentes niveles en las jerarquías políticas y económicas, y que el surgimiento del Estado de Tiwanaku podría ser explicado por la existencia de mecanismos integradores que incorporaron esas jerarquías inclusivas locales en estructuras políticas mayores.
Sin embargo, algunas teorías sobre la formación del Estado cuestionan la posibilidad de que las organizaciones sociales modulares basadas en el parentesco y con jerarquías inclusivas hubieran podido derivar en una formación estatal, pues consideran que el sistema de parentesco, con su propia lógica de organización y prácticas de solidaridad, es totalmente contradictorio con el proceso que implica el surgimiento de un Estado, ya que parentesco y Estado tendrían dos tendencias opuestas, organizando sociedades radicalmente diferentes debido a que el sistema de la reciprocidad (propio de los sistemas de parentesco) sería incompatible con las relaciones de dominación sustentadas en el monopolio de la fuerza.
Stanish plantea que el proceso clave para la transformación de Tiwanaku de una sociedad compleja del Formativo a Estado estuvo centrado en el control de la fuerza de trabajo por parte de grupos que se convirtieron en élites a través de varios mecanismos: la intensificación de los sistemas agrícolas (posiblemente por medio de los sukakollos o camellones), el crecimiento de las redes comerciales entre regiones, el surgimiento de ideologías de élite y la competencia con otras élites (Stanish, 2001).
Alrededor del 400 d.C, Tiwanaku tenía un sistema político de nivel estatal, lo que implicó el desarrollo de instituciones políticas que reemplazaban a las anteriores, que habían sido establecidas por vínculos de parentesco. Este salto se habría producido cuando grupos de las sociedades de aldeas permanentes basadas en la agricultura perdieron su autonomía política y económica a causa del surgimiento de pequeños grupos dentro de sus mismas sociedades, como indica Stanish. En esta ecuación, la formación de la jerarquía política y económica sería equivalente a los orígenes del Estado temprano en la zona del Titicaca. Este proceso se concretó en Tiwanaku en medio de otras sociedades complejas que no llegaron a formaciones estatales. El elemento clave para que se produjera el surgimiento de la jerarquía política habría sido la capacidad de grupos reducidos, ajenos a las redes de parentesco, para apropiarse del trabajo de otros dentro de sus sociedades y dirigirlo. El superávit resultante de este trabajo posiblemente fue usado para crear y mantener instituciones de apoyo a esta nueva jerarquía. Los medios por los cuales esta élite pudo movilizar la fuerza de trabajo y lograr el control laboral habrían sido coactivos, implicando el uso de la fuerza, o persuasivos, concentrados en lo que Stanish llama el “poder proactivo de las élites nacientes”, que apelaban a una variedad de estrategias, como la afirmación del poder ideológico a través de la organización del culto y la redistribución estratégica de bienes exóticos o suntuarios. De acuerdo a este autor, estas estrategias permitieron que eventualmente la élite naciente convenciera a otros grupos de entregar parte de su fuerza de trabajo a cambio de acceso a beneficios materiales y no materiales. La forma más visible del uso del control de esta mano de obra serían las construcciones, centros ceremoniales, pirámides, templetes, sitios para ceremonias públicas, residencias y otros edificios, además de otros elementos como estelas y esculturas. En este sentido, el estilo Yaya Mama sería, además de la representación de una religión, la manifestación de la aparición de una nueva ideología de élite, convertida en religión, que estuvo asociada al cambio profundo de la estructura social y en la zona del lago (Stanish, 2001).
En la actualidad, estudios basados en nuevas excavaciones y también en prospecciones con métodos geofísicos de exploración permiten a arqueólogos e historiadores plantear la imagen de Tiwanaku como un Estado organizado social y políticamente, con jerarquías, conformado por diferentes grupos étnicos, con relaciones entre el centro y la periferia, con un sistema de gobierno que controlaba el complejo ceremonial y un área inmediata y que tenía influencia (directa en unos casos e indirecta en otros) sobre un territorio más extenso, cuyas sociedades o formaciones socio-políticas locales habrían quedado cohesionadas a Tiwanaku por prácticas rituales en el centro ceremonial; actividades que posiblemente estaban dirigidas y controladas por élites que vivían en el mismo centro y que además tenían prestigio y poder en ámbitos más lejanos.
La Red del Estado de Tiwanaku
Un análisis de lo que pudo haber sido la composición estatal de Tiwanaku muestra un alcance geográfico caracterizado por cuatro regiones mayores: el territorio nuclear, el área nuclear, las provincias y la periferia.
— El territorio nuclear, el centro, formado por el sitio de Tiwanaku, con el complejo ceremonial y todos sus componentes.
— El área nuclear estaría conformada por el territorio que el Estado fue incorporando en los primeros momentos de su expansión sobre lugares cercanos en la zona del Titicaca, involucrando a “linajes aliados” (Rivera, 2012). Los asentamientos de Pajchiri, Ojje, Sillumoko, Pariti, Copacabana y la isla del Sol conformarían parte del área nuclear de Tiwanaku.
— Las provincias serían territorios más distantes, como Moquegua, el valle costero del Sur del Perú donde Tiwanaku estableció colonias controladas directamente desde el núcleo; lo mismo pudo haber sucedido en el valle de Cochabamba o en Yungas, posiblemente para la producción de maíz y coca.
— La periferia estaría formada por territorios donde no existió el control estatal de Tiwanaku, pero donde sí se desarrollaron relaciones de alianza del Estado con las élites locales, lo que permitió el acceso a productos exóticos, como piedras semipreciosas y otros, por medio de obsequios, posiblemente bienes de lujo a cambio de la posibilidad del acceso a estos recursos.
Isbell (2008) considera que esta estructura pudo haber generado lo que llama “un modelo cultural internacional” o un “campo cultural” basado en “la promoción de una nueva religión e identidad a través del consumo de una cultura material distintiva”. Esta cultura material característica, con su conjunto de imágenes definidas, fue compartida por Tiwanaku y Wari.
Los diferentes sitios, en puntos cercanos, lejanos y distantes de la ciudad, muestran también características formales variadas: algunos de ellos tienen construcciones que definirían un “estilo” Tiwanaku: en algunos se encontró cerámica igual a la del territorio nuclear, en otros no hay ninguna evidencia de cerámica, unos tienen textiles y otros no.
Actualmente, se considera que la hegemonía de Tiwanaku sobre una amplia región del centro-Sur andino parece haberse basado en la “difusión de una nueva religión y de una nueva identidad a través del consumo de una cultura material distintiva”.
Población y Lengua
Respecto a la población, los cálculos más modernos dan para ciudad de Tiwanaku unos cuarenta mil habitantes, suma muy alta para los cánones de la época.
Era una sociedad multiétnica pues junto a la población pukina, que era la dominante, estaban los urus quienes habitaban alrededor de los lagos y ríos, y población de origen aimara, estos últimos, así como los choquelas, se dedicaban al pastoreo. Además, el control de los pisos ecológicos permitía un intercambio, no solo de productos sino de culturas entre las poblaciones del valle y las tierras calientes con Tiwanaku; así parece evidenciarse en la cerámica encontrada en la isla de Pariti donde están representados diferentes grupos étnicos.
Los idiomas utilizados eran el pukina, casi extinto en el siglo XVI y del que solo queda el vocabulario recogido por el Franciscano Jerónimo Oré; el huruquilla, hablado por los uru-chipayas y el jaqe o proto-aimara.
Período Aldeano
En este período el sitio de Tiwanaku estaba ocupado por una pequeña aldea con casas rectangulares techadas a dos aguas a las que se adosaba un recinto circular, posiblemente destinado a la cocina. Los cimientos eran de piedra y los muros de adobe; pequeñas calzadas unían las viviendas. No se han encontrado vestigios de arquitectura religiosa o monumental. Tampoco hay indicios de que existieran clases sociales.
Los enterramientos se realizaban directamente en cistas de piedra. Los cuerpos hallados indican que se practicaba la deformación craneana. Su economía se basaba en el cultivo de la papa, que para su almacenaje era deshidratada en la forma que hoy se conoce como chuño. Así mismo se cultivaba la oca. Uno de los elementos decisivos fue la domesticación de la llama lo que permitió el pastoreo; se formaban caravanas que sirvieron para el intercambio de productos. La lana fue necesaria para la textilería y su carne servía de alimento. Mantenían un comercio suplementario a través del intercambio de flechas de obsidiana tan características de la cultura Wankarani. Se traía la sodalita para la manufactura de cuentas que se utilizaban como ornamento; también se traía heliobasalto de las canteras de Querimita. Se conocía el cinabrio, cuyo color rojo era utilizado en los enterramientos. Se trabajaba el cobre incluyendo el vaciado. Así mismo se trabajaba el oro y la plata.
En el período aldeano hay dos tipos de cerámica, uno de ellos que tiene similitud con la cerámica Pucará es incisa y pintada de color marrón, rojo y blanco sobre fondo castaño claro. Son notables las vasijas globulares decoradas con esta técnica, algunas presentan un felino c m el cuerpo de perfil y el rostro humanoide de frente. Otras vasijas tienen forma de aves. El segundo tipo carece de pintura y algunas de sus piezas están modeladas en forma de figura humana.
La Transición
Al período aldeano sigue un período de transición que muestra ciertas concomitancias formales con la cultura Pucará que se desarrolla al noroeste del lago Titicaca a partir del siglo II a.C. A esta época pertenecen las dos estatuas de Pocotia que se caracterizan por su realismo; son estelas antropomorfas sedentes que tienen las costillas vistas.
Existen otras dos estelas del mismo estilo, también sedentes, que se encuentran a la entrada de la iglesia de Tiwanaku.
Finalmente, también correspondería a este período de transición la llamada “Piedra del Rayo” que fue llevada a Tiwanaku desde Arapa, localidad situada en el noroeste del lago Titicaca. La "Piedra del Rayo" está decorada con volutas y batracios y tiene relación estilística con algunas estelas de Pucará. Parece que fue un trofeo de guerra, pues la base se conserva en Arapa. Posiblemente se llevó a Tiwanaku cuando esta cultura estaba en su apogeo.
La Ciudad Sagrada de Tiwanaku
En el siglo segundo de nuestra era Tiwanaku dejó de ser la aldea concentrada de los primeros tiempos para convertirse en la gran urbe ceremonial que tiene dos centros dominantes: el conjunto de Akapana con los edificios que la rodean y el de Puma - punku situado al sudoeste de la Akapana.
Ambos muestran la estructura doble la ciudad de Tiwanaku, que evidencian la división propia de la sociedad andina, división que pervive hasta la llegada de los españoles y después. Todas las ciudades andinas, incluyendo el Cuzco, se dividen en dos: Anan (los de arriba) y Urin (los de abajo).
El centro que se halla situado en torno a la Akapana comprende los siguientes edificios: el templete Semisubterráneo, la pirámide Akapana, Kalasasaya, Kantataita, Putuni y Keri-kala.
El Templete Semisubterráneo es el edificio más temprano pues pertenece a la época III; se halla formado por un patio hundido de forma rectangular delimitado por cuatro muros de contención en los que se han empotrado cabezas clavas que muestran diferentes estilos escultóricos; se supone que representan a los distintos pueblos que estaban sujetos a Tiwanaku como sociedad multiétnica que era. Al Templete Semisubterráneo se accede por una escalinata situada en el muro sur. Esta edificación tiene similitud con los patios hundidos de Chiripa y Pucará aunque la inclusión de cabezas clavas determina una notable diferencia. Como antecedente a este tipo de decoración podemos señalar las cabezas clavas de Chavín de Huantar (Perú), cultura anterior a Tiwanaku. En todo caso las cabezas clavas así como los patios hundidos y las estructuras pirámidales, son características de la arquitectura anterior a los “señoríos aimaras”.
En el interior del Templete se encontró la llamada “estela barbada” que es antropomorfa: ostenta nariguera en el rostro y tiene los brazos colocados sobre el pecho y vientre; en la parte baja hay dos pumas y a los costado serpientes ascendentes. Está relacionada con una serie de estelas que están en torno al lago Titicaca y que se conocen como estilo “Pajanu” o como “la tradición yaya-mama, nombres de derivan del carácter bifronte de estas esculturas. Entre las estelas de este tipo son conocidas la de Santiago de Huata, en Bolivia, y la de Taraco, en el Perú. Estas esculturas tienen dos rostros y a los costados serpientes. Son algo anteriores a la época III de Tiwanaku. Según indica el extirpador José de Arriaga, quien vio una de estas esculturas en el siglo XVII, se las adoraba pidiéndoles lluvia para las sementeras.
También se encontró dentro del Templete Semisubterráneo el “monolito Bennett” (nombre del descubridor) que es una representación humana de más de siete mts. de altura; figura que tiene las manos sobre el pecho y sostiene un vaso “kero” en una de ellas. En el cuerpo están tallados símbolos del desarrollo agrario, plantas alucinógenas y camélidos.
Akapana es una pirámide hecha a mano, tiene 140m. de este a oeste y 180m. de norte a sur, con una altura de 15m. Está orientada a los puntos cardinales y su planta asume una forma escalonada con un patio hundido en su interior. Sobre el lado oriental estaba la escalera principal. La pirámide está formada por siete plataformas sucesivas delimitadas por muros de contención los cuales se componen de pilares asentados por su peso y trabados lateralmente entre los que se levanta una pared de sillar. En el lado oeste había una escalera menor, señalando la puesta del sol. Desde lo alto de la Akapana pueden verse el Illimani al este y el lago Titicaca al oeste: como las dos grandes “huacas” o sitios sagrados que eran venerados por los Tiwanakutas. A su vez, la pirámide Akapana tenía el carácter de una montaña sagrada o “huaca”que prefiguraba las montañas como fuente del agua vital, ya que con los deshielos se conseguía el agua necesaria para las cosechas. El patio central, situado en la cúspide de la pirámide, estaba conectado a una serie de canales que desaguaban en las diferentes plataformas. Toda la superficie estaba cubierta con una grava verdosa que daba coloración a toda la pirámide. Al pie de la Akapana se han encontrado restos de sacrificios propiciatorios (algunos de ellos de seres humanos) hechos para la consagración del edificio.
El Kalasasaya es un edificio que tiene una plataforma y un patio interior al que se accede por una gran escalinata orientada a la salida del sol. El interior del patio estaba embaldosado y cuenta con 14 recámaras cuadrangulares dispuestas a los costados, que se supone fueron mausoleos de los señores de Tiwanaku. Al centro se halla el monolito Ponce de tres metros de altura. En la misma plataforma se encuentra el monolito denominado el Fraile, que es importante por mostrar cangrejos marinos en la cintura; lo que testifica las relaciones de Tiwanaku con la costa del Pacífico. La plataforma del Kalasasaya queda limitada en el lado este por un gran muro formado por once pilares monumentales.
Actualmente dentro del Kalasasaya está la Puerta del Sol, pieza monolítica que es la más representativa de la cultura Tiwanaku. Tiene un vano a manera de puerta. El reverso de la “Puerta del Sol” muestra dos nichos grandes a los costados, y nichos menores a la manera de friso en la parte alta, las jambas de la puerta son escalonadas. El anverso se decora con un friso que tiene una figura central con la cabeza radiada y cetros en las manos, sendas cabezas cortadas cuelgan de los codos. Treinta figuras antropomorfas aladas, dispuestas en tres filas, están a ambos lados del personaje principal; en la fila del medio las figuras tienen cabeza de cóndor. Las interpretaciones con referencia a la “Puerta del Sol” son varias sin que los estudiosos se hayan puesto de acuerdo acerca de su significado ni de la identidad del personaje central, sin embargo, la opinión más aceptada es que se trata del dios creador andino cuyo antiguo nombre es Tunupa. Tunupa era el dios de los fenómenos atmosféricos y geotectónicos y estaba relacionado con el fuego; en cierta manera sus características son similares a las del dios del rayo de los aimaras, llamado Illapa. Con el tiempo Tunupa fue sustituido por Viracocha, y supeditado a él. Viracocha era el nombre que los incas daban al dios creador.
Hacia el lado este del Kalasasaya está el edificio llamado Putuni que fue el palacio o residencia de los señores Tiwanakutas, después convertido en necrópolis. Consta de un patio central al que se accedía por una escalinata polícroma situada en el lado este. El patio estaba rodeado de habitaciones.
Junto al Putuni estuvo situado el “Palacio Multicolor”, nombre que recibe debido a las pinturas que cubren muros y pisos, todos ellos pintados con tierra, minerales: rojo-naranja de cinabrio, (mineral de mercurio), verde de malaquita y azul cobalto. Los diseños se han perdido, pero sí quedan parte de los pigmentos.
Algo más retirado está el Kerikala que también tiene un patio central rodeado de habitaciones, pero es de adobe y mucho más sencillo. También en este sector se encuentra la llamada Puerta de la Luna.
En el lado oeste está el conjunto de Kantataita donde hay un bloque tallado en piedra, con la apariencia de una maqueta arquitectónica similar, en su forma, al Kalasasaya.
Las excavaciones hechas por la Universidad de Chicago revelan la existencia de un gran foso que rodeaba todo este conjunto ceremonial separándolo del resto de la ciudad. Dicho foso servía para separar física y psicológicamente la ciudad del centro sagrado y permitía crear una isla artificial que recordaba de la Isla del Sol, donde, según la leyenda, Viracocha creo el Sol. El centro de Tiwanaku era el símbolo de la cosmogonía andina.
Puma Punku
El conjunto de Puma-punku se encuentra a 2 Km. del centro ceremonial descrito; en torno a estos dos puntos determinantes de la ciudad de Tiwanaku se encontraban las viviendas y los diferentes barrios.
El edificio principal de Puma-punku se sitúa sobre una plataforma en U sustentada sobre muros continuos de piedras finamente pulimentadas. Tiene al centro un patio hundido y, a los costados de la plataforma, dos alas laterales. El edificio interior, descrito por Diego de Ocaña, era de piedra tamo en su piso, formado de grandes piezas monolíticas, como en su muros, ventanas, puertas y techo, este último estaba tallado imitando paja. En la base del edificio hay tres bloques donde se han señalado los sitios para los muros y recámaras. Los bloques están unidos con grampas de bronce de las que aún quedan las huellas. El bloque mayor pesa cerca d 130 toneladas; se estima que se necesitaron más de 1.000 hombres para trasladarlo, lo que había muy claro respecto al régimen social, inevitablemente duro y organizado, que permitía sincronizar la fuerza de tan grande masa humana, buena parte de la cual debió dedicarse a levantar la formidable ciudad. Posiblemente en Puma-punku estaba la Puerta del Sol y allí quedan restos de tres puertas más, mucho más simples en su decoración.
Si bien la Akapana llega a todo su esplendor hacia el año 500 d.C, justamente cuando las lluvia en la región comenzaban a ser más intensas hacia el año 700 d.C. se construye Puma-punku con un sistema de desagües similar al de Akapana; y es entonces que este recinto centraliza el culto.
Otras Ciudades Tiwanacotas
Simultáneamente a Tiwanaku aparecen otras ciudades, como Konko Wankane a 17 Kms. de Jesús de Machaca en el departamento de La Paz. Allí se han iniciado las excavaciones y en su parte visible presenta pilares evidenciando muros. Hay en este conjunto tres monolitos similares a la “Estela Barbado” del Templete Semisubterráneo, los cuales, estilísticamente, están relacionados con la tradición “Yaya-Mama" o Pajano.
Otro conjunto importante es el de Ojje, localidad situada a orillas del lago Titicaca, el cual presenta una plataforma delimitada por muros de contención. Su lado oeste, situado sobre la orilla misma, tiene una serpiente de piedra, enroscada sobre sí misma y trabajada de manera muy realista; dentro del agua del lago hay varias piezas dispersas y, casi a cien metros de distancia, puede verse una gran plataforma lítica, lo que hace pensar que Ojje fue un templo desde donde se regulaban las crecientes del Lago Titicaca.
Finalmente, un conjunto importante es Lukurmata, que tiene un templete de aproximadamente 27 metros cuadrados en su centro ceremonial, y que se halla rodeado de “suka-kollos”; sin duda es un poblado destinado al control de la producción agraria, muy especialmente al cultivo de la papa.
Periodo Expansivo
En el siglo VIII de nuestra era, Tiwanaku se expande políticamente sobre la base de los enclaves preexistentes, tanto en la costa como en los valles mesotermos; así mismo extiende su poderío sobre el altiplano y la sierra. Esta expansión fue posible gracias al dominio del bronce que le permitió una gran superioridad militar.
La expansión se evidencia por la difusión de los símbolos y elementos Tiwanakutas, que aparecen en la cerámica y los textiles de todo el ámbito conquistado. Esta expansión llega hasta el norte de Chile (San Pedro de Atacama) y muestra relaciones con la cultura de la Aguada en la Argentina, deja su huella en los valles de Cochabamba y avanza por el norte hasta la ciudad de Huari, cerca de Ayacucho; allí adquiere modalidades propias. La ciudad de Huari es un gran foco de expansión Tiwanakuide sobre las culturas de la costa del Perú. La ciudad propiamente dicha, con sus grandes murallas de piedra cortada, es diferente a Tiwanaku, con excepción del sitio de "Cheqo Wasi" cuyas cámaras, realizadas con grandes bloques, recuerdan a la urbe altiplánica. Otro tanto puede decirse de los estratos inferiores con muros de sillar pulimentado de tipo Tiwanakuta.
Las modalidades más conocidas de la cerámica Huari son Robles Moko, con motivos Tiwanakuides pero de formas globulares y escultóricas, así como los vasos “Pacheco” con grandes figuras similares a las de la Puerta del Sol.
Después del siglo VIII se establece un gran imperio pan-andino que en el norte, a través de Huari, se expande hacia hasta el Pacífico incidiendo sobre las culturas Moche y Nazca; al sur, es a través de Tiwanaku que llega hasta Chile y el norte de la Argentina.
En el siglo XII el colapso se había producido el colapso de Tiwanaku y en la región donde había florecido esta cultura emergen diferentes grupos collas en la forma que hoy conocemos como “señoríos aimaras”.
El Colapso de Tiwanaku
Hoy sabemos que uno de los factores determinantes del colapso de Tiwanaku fueron los cambios climáticos. Hacia el año 950 de nuestra era el régimen de lluvias comenzó a decrecer, llegándose a producir una larga e intensa sequía entre 1250 y 1310 d.C. Este hecho trajo como consecuencia la total escasez de cosechas y la desaparición de los campos de cultivo, incluidos los suka-kollus.
Los centros urbanos fueron abandonados y la población se dispersó hacia las aldeas y los asentamientos menores, como se ha evidenciado en Caquiaviri y Machaca donde, en este período, la poblador se incrementó. A esta situación se suma el arribo al altiplano, y especialmente a la zona del lago Titicaca, de diferentes pueblos de pastores. Estos pueblos según algunos cronistas, como Cieza de León y Guarnan Poma de Ayala, procedían del sudoeste, de las regiones de Coquimbo y Potosí.
Mercado Peñaloza (1536), hablando de los Pacajes, nos dice que unos vinieron de Carangas y otros de Chucuito, lo que explicaría el fenómeno de la dispersión a raíz del colapso de Tiwanaku y la llegada de oleadas migratorias desde el sur-oeste. Todos estos grupos humanos se ubicaron en las zonas altas en pequeñas ciudadelas fortificadas y hoy los conocemos con el nombre de “Señoríos Aimaras”.