Cámpora al Gobierno, Perón al Poder


Cámpora al Gobierno, Perón al Poder

Cámpora al Gobierno, Perón al Poder
El peronismo llegó al gobierno hondamente dividido entre la izquierda y la derecha del Movimiento. La muerte de Perón agravó estas contradicciones internas y durante la presidencia de su viuda. Isabel, la escalada de violencia y el caos económico facilitaron la vuelta de los militares al primer plano del escenario nacional.

Las frases más coreadas en la campaña electoral habían sido: "Cámpora al gobierno, Perón al poder"; "Perón, Evita, la patria socialista-. Estas y otras enfervorizadas consignas de las organizaciones juveniles de la izquierda peronista revelaban un ideario antiimperialista y antioligárquico. La Tendencia, como se denominaba al conjunto de las agrupaciones juveniles, se entendía bien con "el Tío” Cámpora. el cual, a pesar de que formaba parte del sector político tradicional del justicialismo, se disponía a gobernar con la Juventud con la que estaba relacionado a través de sus hijos.

El 25 de mayo de 1973, fecha fijada para el traspaso del poder resultó una prueba penosa para los militares, quienes fueron abucheados por el público enardecido que colmaba la Plaza de Mayo y gritaba: "¡Se van, se van, y nunca volverán!". Cámpora pronunció un discurso en el Congreso cuya idea central era la de Liberación o Dependencia junto con la reivindicación histórica del justicialismo.

Esa noche una multitud se agolpó frente a la cárcel de Villa Devoto donde exigió y obtuvo la liberación inmediata de los presos políticos. La amnistía que Lanusse había querido impedir, ratificada luego por las Cámaras, resultó la primera señal de impunidad para quienes habían cometido crímenes políticos. Esta votación no sería perdonada por la derecha argentina a la clase política. El gobierno camporista intentó la movilización permanente de la sociedad, pero no abordó una reforma de estructuras profundas. Por otra parte su capacidad de acción era limitada. Contaba con los ministerios de Interior, Relaciones Exteriores y Educación, los interventores de las universidades nacionales y seis gobiernos de provincias.

En los cargos clave, Economía, Bienestar Social y Trabajo, Perón nombró respectivamente a José B. Gelbard, titular de la CGE, José López Rega, su secretario privado, y a un sindicalista de confianza. Ellos respaldarían el Pacto Social, firmado por la CGT y la CGE que agrupaba a los empresarios nacionales de orientación justicialista. El objetivo era llevar la participación del salario en el PBI al récord histórico del 50% que tenía en 1954. Para lograr este objetivo en el plazo de cuatro años era preciso sostener la inflación cero, suspender las paritarias y no aumentar los precios.

La vuelta definitiva de Perón, el 20 de junio de 1973, dio lugar al primer ajuste de cuentas entre la derecha y la izquierda del justicialismo. Ese día, previsto como una gran fiesta nacional, con gente venida de todo el país en transportes fletados especialmente, las columnas de Montoneros, FAR y JP que se dirigían al aeropuerto de Ezeiza fueron atacadas a tiros desde el palco oficial. No hubo información precisa sobre los hechos, ni se indicó con claridad el número de víctimas, estimado en no menos de cien.

La Tendencia responsabilizó a López Rega quien habría actuado con el acuerdo tácito de Perón; la derecha del Movimiento argumentó que se temía un atentado izquierdista contra el líder. Éste habló al país horas más tarde; su rostro, como tallado y sin luz, revelaba su enojo.

A partir de este hecho, Perón comenzó a adoctrinar a sus partidarios en las "veinte verdades" de la doctrina justicialista. Tomaba ejemplo de los cambios ocurridos en Europa, donde había ahora una "democracia integrada" a la que comparaba con la "tercera posición" del peronismo. Tales conceptos desautorizaban a los que voceaban: "Vamos a hacer la patria peronista, pero la haremos montonera y socialista". Por otra parte, con Perón en el país el presidente Cámpora resultaba un estorbo.

Entre tanto la ocupación de reparticiones públicas por la derecha o la izquierda del peronismo se volvía una gimnasia cotidiana. Uno de los sitios más insalubres eran las universidades nacionales donde las organizaciones estudiantiles de izquierda cuestionaban al cuerpo docente, fueran éstos profesores eminentes o recién venidos a la cátedra. El rector de la Universidad de Buenos Aires, Rodolfo Puiggrós, daba ejemplo de intolerancia: “Lo fundamental es que toda universidad, ya sea estatal o privada, refleje en su enseñanza la doctrina nacional e impida la infiltración del liberalismo, del positivismo, del historicismo, del utilitarismo, todas formas en que se disfraza la penetración ideológica en las casas de estudios”.

Cámpora y Lima renunciaron a sus cargos el 13 de julio después de soportar una fuerte presión. Entre las pocas voces que se opusieron a esta renuncia, estuvo la de Raúl Alfonsín, dirigente de una línea interna del radicalismo contraria al balbinismo. Mientras se convocaba a nuevas elecciones, la presidencia interina de la Nación fue ocupada por el presidente dela Cámara de Diputados, Raúl Lastriri, cuyo mérito era ser yerno de López Rega. Para nombrarlo se dejó de lado al presidente provisional del Senado a quien le correspondía legalmente asumir.

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